Torni Segarra

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3556. Cuidado Jimena. Hay personas que quieren ver y no pueden. Y ya que estamos hablando también de lenguas, idiomas, conozco a muchas personas que no pueden -o se resisten- a enseñarse un idioma.

No lo tengo claro todavía, si es una negativa porque no quieren aprenderlo, o es que verdaderamente no pueden. A mí no me molestan. Sólo lo siento por ellos, porque cuantos más idiomas sepamos, más facilidades tendremos para comunicarnos, para encontrar trabajo.

 

3557. Un joven facha, de derechas, ignorante pero astuto, no es de fiar. Porque son fanáticos, nacionalistas centralistas españoles, fundamentalistas, racistas, xenófobos. Capaces de aceptar, poner en vigor la pena de muerte. Y todo por la vanidad del poder. Para olvidarse de su complejo de inferioridad.

 

3558. La mente, nosotros tenemos la capacidad de hacer lo que creemos que es lo más adecuado para nosotros. Pero, eso no quiere decir que eso que creemos lo más adecuado, sea realmente lo más adecuado. Los que quieren ser poderosos, con su vanidad siempre inflamada, para restañarse las heridas psicológicas que perduran desde la infancia. Saben, como los que toman alcohol, drogas, que eso es una incongruencia que perjudica al cuerpo, a la vida, que la persecución del poder los lleva al abismo de las desgracias.

Pero, son tantas las heridas psicológicas que tenemos, que como suicidas vamos a ese precipicio, como si fuera un potente imán que nos atrae fatalmente. Por eso, es preciso descubrir la manera como opera el pensamiento, cuáles son sus necesidades, si son ciertas o no, falsas o no. Y para saberlo, hay que descubrir hacia dónde queremos ir, hacia dónde queremos ir a parar, cuál es nuestro fin. Porque ese motivo, ese deseo, es el que va a conformar todo lo demás, es decir los resultados.

Por eso, dar consejos a otros, es una cosa vana, sin sentido, si el que recibe la información no está libre de sus heridas psicológicas, que le generan dolor, para así verse obligado a reaccionar para que ese dolor cese. Pero, en la huida no está la solución, ni tampoco la represión -ya que son lo mismo, pues a la vida, a la mente, no se la puede gobernar-.

Nos hemos preguntado, ¿por qué somos racistas, tenemos odio a los demás? Y cada día que pasa, ese odio va en aumento. Lo somos, porque tenemos miedo de perder la batalla, la guerra que llevamos de una manera como si fuera normal, favorable para nosotros. Ese miedo a que se repita, todo lo que nos ha causado y causa dolor, al sentirnos humillados, maltratados, tratados como no nos merecemos.

Pero el problema es que, ahora nosotros hacemos lo mismo que esos que nos han hecho y signen haciéndonos tanto mal, nos generan dolor. Por lo que, estamos en la misma dinámica de la guerra, encerrados en el círculo infernal de la acción y reacción, su respuesta. Por eso, es preciso que nos demos cuenta que el observador, el que mira, ve al otro, y lo observado son lo mismo. Somos la misma cosa: personas sufrientes, divididas, enfrentadas, ávidas de alimentar a nuestro insaciables ‘yo’.

Porque, tenemos miedo, vivimos en el miedo, de ahí los nacionalismos grandes o pequeños, las religiones organizadas, los partidos políticos. Todo lo que hacemos, es para intentar liberarnos de ese medio, que es dolor. Pero el remedio es lo mismo o peor que la enfermedad.

¿De qué manera nos desharemos de esa actitud, tan vieja, tan repetitiva de la acción y su reacción, que nos deja encerrados en el mismo lugar de siempre: el conflicto, el enfrentamiento, la crueldad, la violencia, la guerra?

Solamente podemos ir más allá de esta desdichada manera de vivir, cuando la vemos realmente como el peligro que es para nuestras vidas. No verlo como una miradita distraída, sin interés por lo que vemos. Sino verlo, como cuando tocamos un hierro candente, en el que el mismo hacho de tocarlo y la acción de apartar la mano, es lo mismo. Y ahí está el orden, la inteligencia.  

 

3559. En la vida, uno se considera inferior -en estatura, en la capacidad de hablar, de caminar- a los demás, no porque lo diga alguien, sino porque nosotros lo vemos y comprendemos.

La inferioridad, en el sentido de insulto, desprecio, llega cuando uno no comprende la realidad de lo que es, de lo que somos: imperfectos. Ya que el que desprecia, insulta, también es imperfecto, torpe, confuso, ignorante.

Y por eso, que somos imperfectos, hemos de ser comprensivos, llenos de compasión, de amor por los otros, todos. No lo vea como una declaración, simples palabras, lo ha de vivir. Sabiendo que depende de nosotros, el que los desprecios, insultos, nos alteren y enfrenten.

 

3560. Las criaturas de la tierra, y todo lo que existe, está sometido por las leyes de la naturaleza. Donde todo funciona sincrónicamente, unido entre sí. Por eso, todo lo que hacemos, viene de una causa que, va a generar una consecuencia: otra causa más, hasta el infinito.

La pregunta es: ¿Somos nosotros los artífices de nuestros hechos, de nuestras acciones, de nuestra vida? O, lo que es lo mismo: ¿Existe el libre albedrío?