Torni Segarra

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4249. A grandes males. Grandes remedios. Para qué están los bancos, las cajas fuertes, los psiquiátricos, los hospitales, las prisiones. Todo tiene su sentido, ¿no? 

¿Por qué cerramos la puerta del coche, cerramos la puerta del apartamento? Uno puede decir, ¿por qué cierras la puerta si eres tan liberal, humanista, diciendo que todo es de todos?

Ah, esa es la cuestión, lo que se dice no es el hecho. Los hechos son lo que hacemos en cada ocasión.

Las mujeres, por su culpa y consentimiento o no, tienen un problema con los machotes, que las quieren usar a todas horas como objetos sexuales. Las manosean en el metro, en el avión, en la oficina, en el trabajo, en los sitios donde estamos apretados unos a otros.

Por eso, ellas y las autoridades hacen las cosas, para que, de una manera o de otra, eso no sea. Hay que decir, que cada día los machotes matan muchas mujeres. Y eso es un hecho, muy grave. Tanto como una guerra. 

 

4250. Parece inverosímil lo que algunas personas, en su ignorancia, su crueldad, su odio, podían hacer: ser racistas. Pero, las personas somos así, somos racistas -aunque sea un poco-, somos brutales, somos criminales, que nos destruimos unos a otros.

Lo más curioso de las personas es, que ahora ese racismo o parecido, prosigue todavía. Han cambiado los sujetos, los personajes, pero sus actos criminales, indiferentes, insensibles al dolor que generan, son los mismos.

Eso está sucediendo en todo el mundo donde uno vaya: la brutalidad y la crueldad de unos hombres, que se consideran superiores, contra otros menos afortunados, que son considerados inferiores, a los que explotan, los tratan como si no fueran humanos.

Los odian de manera, que no les importa que mueran de hambre, de frío, ahogados en medio del mar, o en una carretera en medio del desierto. Que son rechazados allá donde van para poder vivir dignamente.

Mientras las personas que viven en la riqueza, la abundancia, no renuncien a ella, no renuncien a sus privilegios. El racismo, la xenofobia, los malos tratos, la crueldad de unos afortunados contra otros, los menos favorecidos, no desaparecerá.  

 

4251. Básicamente, en lo psicológico, ¿no somos todos iguales? Vamos a verlo. No tenemos todos miedo a morir, miedo a ser rechazados, a ser maltratados, golpeados, humillados, violados en todos los ámbitos, sancionados por la autoridad. Miedo al fracaso, al ridículo, a la impotencia de conseguir lo que queremos.

Y, eso no es para todos por igual, seamos quienes seamos, pobres, ricos, afortunados, desafortunados, los que dominan las reglas sociales, los que no se enteran de nada.

En lo físico, sí que hay algunas diferencias, que el egoísmo las engrandece como arma de batalla. Hay algo más aclarador: si miramos la tierra desde Marte, ¿no vemos una piedra redonda, donde todos nosotros convivimos?  

La comprensión de uno mismo, de lo que soy, cuáles son los impulsos, las necesidades, comprender como opera el pensamiento, y su invento que es el ‘yo’. Todo eso, nos hace serios, sencillos, humildes, al ver que todos estamos pisando la misma tierra, tenemos los mismos problemas.

 

4252. Mientras estemos divididos unos de otros, siempre habrá censura. Pues, el más poderoso, los que detentan el poder, etc., pueden prohibir lo que se escriba, se informe, contra ellos.

El más poderoso, tiene esa prerrogativa que la puede usar. De manera que, los que ahora son censurados, si consiguieran el poder, también harían lo mismo.

Por eso, el problema no es la censura. El problema es lo que realmente somos: personas egoístas, con miedo de perder lo que somos, lo que hemos conseguido. Y para ello, lo defendemos de todas las maneras posibles.

 

4253. Sepa cuándo no cooperar.

¿La libertad del ‘yo’ puede ser? No ser libre del ‘yo’, unos minutos, unas horas. Si no siempre. De manera que, ese ‘yo’ divisivo cese en su actividad, deje de operar.

Pues, si el ‘yo’ está operando, la cooperación, la ayuda, la caridad, no va a solucionar los problemas, que cada uno de nosotros tenemos.

Pregunta: ¿Puede el ego, el ‘yo’, el ‘tú’, desaparecer definitivamente, para siempre?

Descúbralo y verá lo que le pasa. Y entonces, esa cooperación, esa ayuda, ya no será lo que siempre ha sido: una vanidad encubierta, un agarrarse a algo, para poder soportar lo soledad que nos irrita, entristece.

 

4254. Comprensión espontánea.

Es verdad que cuando hay atención plena, atención integrada, no hay miedo y por tanto no hay dolor. Dicho esto, así parece como si fuera una publicidad de un mago y su magia.

Porque, deberíamos de advertir, que ese estado, de no división, ese estado de total unión con todo lo que existe, no es para siempre. Si no que es, un estado transitorio, caprichoso de la vida. Ya que nosotros, no lo podemos manejar, a nuestra conveniencia.

Es decir, ¿existe el Nirvana, la Iluminación, el Samadhi, la realización completa?

Por eso, la comprensión instantánea existe, mientras el ego, el ‘yo’, no opera, cesa, no existe.