Torni Segarra

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¿Para qué queremos destruir algo, lo que sea, que no veamos claro lo que es? Uno solamente es el problema. Por tanto, si tú ves que algo es negativo lo descartas radicalmente. Si no ves que es negativo, ¿por qué lo habías de descartar? Por eso, cada cual que haga lo que tenga que hacer. Pero, uno no puede imponer ni reprimir a otro, en ninguna dirección, lo que él quiere o no quiere hacer.
 
Para Luis E. Lugo, director del Foro Pew sobre Religión y Vida Pública.
He leído tu entrevista en el diario…, de hoy. Gracias, por las informaciones y comentarios.
Creo que los latinoamericanos que llegan a EE.UU., como es lógico, arriban asustados por la travesía, del desplazamiento de un país tercermundista a uno desarrollado e hiperactivo. Por eso, juegan con todas las posibilidades que les brinda la ocasión y van a ingresar con los evangélicos. Pero como católicos que son de raíz, son conservadores, es decir nada modernos y cambiantes. Los evangélicos les brindan la sencillez, la igualdad, la convivencia inmediata, cosa que con los católicos, carcas y conservadores, no lo recibirían. Los templos católicos antiguos, destilan la seriedad de una clase dominante y rica. Y los ricos no soportan la camaradería con unos pobretones extraños, que nada más que llevan consigo problemas.
Pero como la tradición católica la llevan en la sangre –pues están condicionados por generaciones a esa religión, pagana e idólatra-, son capaces de votar a los conservadores ricos. Y es que desacondicionarse es el acto más religioso que hay, pues, es la mutación y el cambio hacia la libertad. Y, ¿cómo puede haber amor si no hay libertad? Puedo amarte a ti, Luis, si no te doy libertad para que entres y salgas, para que hagas y pienses, para que investigues y te comprendas, para que seas completamente libre, no dependiente de nadie ni de nada. Pues el ser humano tiene la capacidad, de sin ninguna ayuda de los llamados libros sagrados, sin la ayuda de autoridad alguna, del que dice que sabe, de los maestros, los gurús, llegar a comprender la vida, la manera cómo opera la mente humana y ser libre. 
Ese es el verdadero fin de la religión: señalar la dirección hacia donde está la libertad. Pues sin libertad, nos hacemos como animales de rebaño, obedientes, manejables. ¿Puede alguien depender de otro, conociéndose en verdad uno tal y cómo es? Pues, si uno se conoce total y cabalmente, conozco a toda la humanidad, ¿entiendes de qué estoy hablando? Si tú te conoces a ti, conoces de qué manera opera tu pensamiento, entonces me conoces a mí. Y si te conoces a ti, no puedes entregarte a mí, no puedes confiar conmigo, porque yo soy como tú. Eso es así, porque el ego, el ‘yo’, es el dueño de nuestras vidas y por eso vivimos con vanidad, divididos, corruptos. Y una persona, está sola, sin poder depender de nadie. NI quiere tampoco depender de nadie, para no causar ningún daño, ni molestias, ni perturbaciones a nadie. Así que uno ha de entrar en ese bosque, que es su pensamiento, su mente, y ver cómo funcionan. Así, uno es libre de la dependencia, del estar aferrado, a las personas, a las religiones organizadas, a la autoridad del que dicen que sabe, de maestros, de libros y lugares llamados sagrados. Y una persona así, vive vacía, en el vacío de la nada, desde donde nace la compasión y el amor. Siendo capaz de sentir el pálpito de la vida, y sus problemas, de las personas cercanas, que viven con él, y las personas que viven lejos.
 
¿Puede la mente entrenarse, sirve realmente para algo? ¿Puede uno entrenarse para ver la realidad, la verdad, para ser buena persona? ¿El entrenarse no precisa de un método, un sistema, en el que quedamos atrapados en el repetición y la rutina, donde la mente se embota  y se hace torpe?
 
¿No crees que la sintonía entre el consciente y el inconsciente ya está siempre ahí, funcionando automáticamente en armonía? Somos nosotros, cuando nos dividimos que salimos de esa armonía, en la que todo funciona adecuadamente.
 
Te olvidas que hay otra energía, que es la que tú usas para poder desentrañar el complejo mundo de los ordenadores, que otros teniendo la misma alimentación que tú no pueden. Esa energía, llega cuando la atención es total, sin división alguna.
 
Diciendo que la felicidad está siempre ahí, que realmente somos felices desde el mismo momento de nacer, eso no es un hecho. El hecho, es que desde el mismo momento de nacer hemos de bregar por la vida. Y ese bregar siempre está ahí con nosotros. Porque siempre estamos bregando en cada cosa que hacemos: en el deporte, en las disputas familiares, para encontrar un buen empleo,  por una pareja, por avaricia, la codicia, por la guerra.
Lo hacemos porque tenemos miedo de perder eso que somos, primero tenemos miedo de morir, después tenemos miedo de sufrir, de perder lo que creemos que es nuestro: la casa, los muebles, el coche, el dinero, la ropa, los hijos, la pareja. Y ese miedo, que es división, mediatiza de manera toda nuestra vida, por lo que nos convertimos en guerreros, en defensa y en ataque. Así que esa pretendida felicidad no puede ser.
Por tanto, hasta que no comprendamos cuál es la raíz del mal, que se interpone para poder ser libre, de eso que nos hace feos, divididos, competitivos, siempre deseosos de más y más, o de menos, no habrá manera de tener paz interna. Así, que primero hemos de ver la manera cómo funciona la vida, ver de qué manera funciona el pensamiento, con su invento que es el ‘yo’. Y si uno, es afortunado y sensible, tendrá esa pasión necesaria para poder discernir lo falso, y descartarlo radicalmente, para que lo que quede sea lo verdadero.
 
“¿Cómo tener una actitud positiva?”.
¿Se puede llegar a lo positivo por un acto de la voluntad? ¿O lo positivo llega como un rayo, ahora? Porque, lo positivo es la libertad, estar libre del condicionamiento que hemos heredado de nuestros antepasados. El condicionamiento, es el ‘yo’ en sus diferentes maneras de operar –en el nacionalismo, en el clan familiar, en una teoría religiosa o política, etc.-. Y mientras este ‘yo’ no sea comprendido, no podremos tener actitud positiva alguna. Porque el egoísmo, divisivo y cruel, causante de violencia y guerra, estarán en nosotros. Así que, hemos de comprender desde la raíz al ‘yo’, que es generado por el pensamiento, para poder librarnos de él. Y al no haber división ni fragmentación interna, el orden y la armonía generarán la actitud positiva.
Ahora bien, ¿puedo ver todo eso  ahora, no mañana u otro día, pues el tiempo psicológico es donde opera este mismo ‘yo’, que es el fruto del pensamiento. Si decimos que necesitamos tiempo para amar a alguien, ¿es eso amor? O, el amor es siempre ahora, en este instante, sea cuando lo experimentemos. El tiempo psicológico, es el ‘yo’, que dice cuando tiene un reto,  como una  persona necesitada: ‘Dame tiempo que ahora no estoy preparado para ayudarte, amarte, responder para que seas feliz, tal vez, dentro de unos, días, semanas, meses o años, lo podré’. ¿Captamos eso lo que quiere decir? Eso quiere decir, que no comprendemos y en nosotros no hay amor,
 
Si hay pasión, si estamos ardiendo ante el dolor nuestro o de los demás, habrá la energía necesaria para que opere la inteligencia. Y la inteligencia comprende el ‘yo’ y va más allá de él.