Torni Segarra

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Hay quienes sobreviven y con ello son felices, no quieren más problemas. Cuanto más actividad, cuanto más cosas tengamos, más problemas vendrán con ellas. Está claro que todos no pueden vivir de esa manera austera, pero es un hecho que cuanto más tenemos también son más los problemas. Lo más curioso es que cuando nos acostumbramos a vivir con los problemas, cuando no los tenemos decaemos deprimidos, amargados, frustrados, sin saber que hacer.
 
No ser amado y no saber amar, es lo mismo. ¿Por qué quién es el que verdaderamente ama? Nadie ama verdaderamente, porque todos tenemos miedo a perder, a morir, a poner en peligro lo que somos.
 
Amar es cosa de uno. Si el otro no quiere que le amen, no importa. El amor seguirá ahí sabiendo lo que tiene que hacer, operando y generando orden.
 
El hombre llega hasta donde la mujer le permita. Y la mujer llega hasta donde el hombre le permita. El problema siempre es cuestión de igualdad, de inteligencia, de amor.
 
¿Por qué no nos damos cuenta que las personas, son iguales que nosotros: buenas y malas a la vez? ¿Creerse mejor que los demás es un hecho o es una ilusión? Es una ilusión, porque todos para sobrevivir hemos de hacer daño a alguien. Es tan sencillo y obvio. De lo contrario, ¿cómo podríamos alimentarnos, vencer y ganar, triunfar sobre los otros, que también lo quieren?
 
Con las personas sucede lo mismo que con la piedra, que tropezamos o encontramos por el camino, cada uno tiene su sentido y su lugar. Solamente nos hemos de comprender, entender para ver lo que queremos hacer con esa persona. Y de esa comprensión va depender el resultado de lo que suceda en esa relación.
 
El problema no es lo que usamos, sino por qué, para qué lo usamos. Pues el fin y los medio0s son lo mismo. Un fin adecuado, usará medios adecuados.
 
Las emociones, el sentimentalismo, son negativos porque son una reacción superficial a los retos. La reacciones a los retos, no resuelven los problemas. Si tú me insultas, ¿por qué tengo que reaccionar a ese insulto? ¿Por qué no podemos estar atentos a ese insulto, verlo, movernos con esa situación totalmente, no dividido de ella ya que eso me hace verla como un testigo, que es el que se ve agraviado, menospreciado, insultado? Por tanto, si soy todo atención a ese insulto, no habrá reacción, que sucede al haber identificación con el ‘yo’, pues no me detendré en ese fragmento de todo lo que está sucediendo, que es mucho más vasto y grandioso, que esa situación que es el insulto.
 
Eso quiere decir que eres cafeinómana, una adicción dañina como todas, una obsesión que tiene mediatizada toda tu vida.
 
Ser feminista –creerse diferente a los hombres- es como ser nacionalista: creerse que su país –o su pueblo- es lo mejor que hay. Pura superficialidad e ignorancia, que causa tanta desdicha, división y violencia.
 
¿La locura no es acaso creer ser diferente de los otros, que hace que nos dividamos de los de los demás, de la persona que vive con nosotros, con el amigo, el vecino, el compañero de trabajo? Pero, cuando vamos más allá de esa división interna, y todo su conflicto que genera, sucede que ya no hay problemas.
 
Si hay amor todo sobra, nada falta. Todo lo demás, es querer atrapar a las personas para sentirnos seguros. Pero es al revés, cuando más seguros creemos estar, es cuando vivimos en la absoluta y total inseguridad.
 
Los sueños no existen, son una proyección nuestra, un invento, una ilusión. Sólo existe el presente, el ahora, vivo y dinámico como un río que se mueve sin parar.
 
Creer que los otros solo son los malos y uno es el bueno, es la peor desgracia de la humanidad. Pues, así siempre seguirá la corrupción, al inmoralidad, la explotación cruel, brutal de los demás.
 
La felicidad no está en lo que hacemos, lo que comemos, etc., está dentro de nosotros. Uno puede vivir en un palacio y ser desgraciado y miserable internamente, dando la culpa a los demás de todos sus males y problemas. Y otro puede vivir en una casa, un apartamento, sencillos y normales, y ser feliz, sin problemas.
 
Inventar lo que me gustaría que fuera, porque no me gusta la realidad, lo que es, nos deja en el mismo sitio de siempre: queriendo algo que no puede ser. ¿Por qué no aceptamos la realidad, tal cual es, y a partir de ahí vemos lo que sucede? Pues, en la huida hay una pérdida de energía, una pérdida de tiempo.
 
Hola Gabo. Gracias por el envío.
Por supuesto que somos el miedo, como somos la violencia, la brutalidad, etc. Porque todo lo que hay fuera en la vida, que se manifiesta en la sociedad, está dentro de nosotros, lo veamos o no.
 
Como expresión retórica dar las gracias a los santos, a dios u a otros, está bien. Pero, las verdaderas gracias se demuestran en los hechos cotidianos de nuestras vidas. Porque, si no lo demostramos a cada momento, esas gracias siguen siendo una alucinación, un diálogo consigo mismo, aunque digamos que se lo dirigimos a los demás, a los santos, a los dioses.
 
¿Podemos saberlo todo? Eso es otra ilusión más con las que vivimos. Todo no lo podemos saber porque todo es infinito. Y nosotros no comprendemos lo que es el infinito, no lo vemos como vemos el ordenador, nuestras manos, la mesa, nuestro cuerpo.