Torni Segarra

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El darse cuenta de que estamos intentando algo que no tiene solución -nuestras vidas, tal como las vivimos-, es lo que me deja en el orden. Pues no huyo de esa cosa tan desagradable que es mi existencia, no puedo cambiarla. Y en ese momento,  es cuando dejo de estar dividido de la realidad, de lo que es. Y entonces, de ese ver claramente, surge la acción correcta, que es el orden. 
 
Martín, por lo que tú escribes te conozco realmente cómo eres -en tu esencia-, ¿qué nos importa que bebas alcohol, o sea un jugador de cartas? Eso no va a cambiar tu esencia.
En cuanto a lo que uno puede decir, con respecto lo que hay que hacer o no, nosotros somos con una señal indicativa, que informa en una dirección, nada más que eso. Luego, uno se dirige en esa dirección o no. Pero eso no es nuestro problema, porque hay libertad total y absoluta para hacer lo que se crea o no oportuno.
 
Todos escondemos algo, ¿no es cierto? Y, eso, ¿qué importancia tiene si tus acciones van en la dirección de ayudar, si no robas ni eres corrupto?
 
No sé a qué te refieres sobre hablar sin conocimiento de causa. Ahí tampoco hay ningún problema. Imagínate que tú hablas sin conocimiento de causa, los que te escuchen descubrirán que eres un farsante y ya no te escucharán ni leerán lo que escribes.
O sea, que cada uno haga lo que tenga que hacer. Eso es la libertad. Tú lo puedes señalar, informar y poco más.
 
Si puedes hacerlo, Martín, nombra alguno de esos grandes hombres que lo que dijeron, lo continuaron haciendo hasta el día de su muerte. Que me imagino que te refieres a los que consideramos buenos.
Hay aquí un problema: para los que a ti son grades hombres para otros puede que sean malvados, asesinos, tiranos, etc. Voy a referirme al dictador Franco, que lo querían beatificar, a Fidel Castro, a Pinochet, a Bush, a Hitler, a Stalin, y tantos otros. ¿Te das cuenta de qué estamos hablando?
 
Tienen su misma obsesión en complicarlo y enmarañarlo todo. Creo que así se distraen, se divierten, pasan el tiempo. Pues, ellos no son tan tontos de no saber que todo ya está dicho, sobre todo con los que hablan habitualmente. Creo que para ellos les haría bien ser como los sannyasin hindúes, que se pasan la vida yendo de norte a sur sin casa, sin familia, sin nombre ni apellidos, que viven de lo que la gente les da para comer y duermen donde pueden, que cada día se ven con personas nuevas que no los conocen.
 
Hay un silencio que no puede ser alterado por nada: ni ruido, ni voces, ni confusión alguna. Cuando tiene ese orden que es el mismo silencio, sin deseos en cualquier dirección.
 
La psicología es el sentido común en acción. ¿Quién no sabe, por superficial que sea, que si uno ofrece una sonrisa es mejor que una mala cara gruñona? Eso es la base y la esencia de la psicología, tan matemática y tan sorprendente como lo infinito. Pero siempre está sujeta a la reciprocidad. Es como echar una piedra en un estanque y ver como se generan las ondas que van expandiéndose de una manera sincronizada.
Todo lo demás son invenciones, consecuencias de esa esencia. Como las matemáticas con su 1 -pues cuando fuimos conscientes del 1 ya abrimos la puerta al 2 y al 3, etc., al 0.
 
Sin comprender la mente, su condicionamiento, no podrá haber el vacío preciso para que la relación y la comprensión sean en su total expresión para que genere el orden.
 
El odio aparece cuando uno quiere cambiar lo que es, la realidad, por lo que me gustaría que fuera. Así que el odio no es eso tan simple y sencillo como es eliminarlo, rechazarlo, sino darle su solución. Pues al odiar, uno está defendiendo su bienestar que es el confort que necesita. Por lo que, al ver en peligro ese confort necesario -seguridad económica, alimenticia, ambiental, social, política, religiosa- y no poder eludirlo, evitarlo, es cuando la división lleva al odio, hacia eso que pone en peligro mi confortable placer.
Por eso, sin un ver la manera cómo funciona la mente y el pensamiento, el odio -que es la fragmentación interna- seguirá haciendo estragos en nuestras vidas.
 
Ese comentario -su texto que expone un problema, conflicto- no alude a la religión, pero ésta lo puede solucionar. En el sentido verdadero de la religión: comprender cómo funciona la vida y cómo funcionamos las personas.
Porque todo lo que hablamos de filosofía, de psicología, es también religión, porque se quiere liberar a las personas del sufrimiento, el dolor, Así que, la filosofía, que incluye a la piscología, y la religión -en el sentido de liberadora-, son todo lo mismo: la posibilidad de ir más allá de ese dolor que siempre está ahí con nosotros. Que no es más que la consecuencia de la división interna.
 
No estoy contra los robots -ordenadores-, y su eficiencia, solamente les he quitado esa importancia dramática, como la que le dan a los coches, etc. Pues, toda máquina no tiene poder alguno si no le aprietas el botón para que funcione. Y, afortunadamente, aún hay muchos millones de personas que no los necesitan.
 
La violencia es un reto que nos puede hacer mucho daño. Pero también podemos hacerlo nosotros dependiendo cómo respondamos. ¿Quién sabe cómo responderá si es agredido físicamente? Por tanto como todo, la violencia, uno no puede estar en contra ni a favor. Porque este mismo prejuicio, la decisión ya dada -contra la violencia-, resuelta fuera de lugar -que es el futuro-, es lo que genera y causa la violencia.
 
Pero, Enghelbertb, ¿a esa serie de BOT’s, se les puede apagar, desconectar del fluido eléctrico? Porque, si no hay alimentación -electricidad- las máquinas no pueden operar. Y ellas son incapaces de proporcionarse esa electricidad, energía.