Torni Segarra

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¿Para conocer algo, verdad qué hemos de verlo y mirarlo, tener libertad para poder observar en todas direcciones? ¿Cómo nos podemos conocer si huimos de lo que somos, si reprimimos nuestros impulsos y deseos, queremos alterarlos, cambiarlos? Todo esto que hacemos ya nos da una pista de que tenemos miedo, de que vivimos con temor. Y ese temor, que puede ser inducido tanto externamente, por la autoridad del que dice que sabe o la autoridad civil, gubernamental, como por uno mismo, es lo que nos hace que no nos conozcamos, Conocernos es una cosa realmente extraordinaria, pues si uno se conoce, también conoce a todos los demás, a toda la humanidad.
Entonces, nadie le puede enseñar nada respecto de lo que dicen los libros, respecto de lo que dicen los oradores, los maestros, los gurús, pues ellos son lo mismo que nosotros. Ellos saben decirlo y expresarlo, pero lo que ellos le puedan decir, eso también es suyo. Uno tiene que estar libre para poder observar, tener todo el tiempo para mirar, ver cómo funciona la vida, la naturaleza, cómo funcionan las, personas. Tener toda la libertad para darse cuenta de la manera cómo opera el pensamiento, de qué manera aparecen las imágenes, las ondas mentales, se desarrollan y desaparecen. Es como ver el flujo de las olas, que nacen lejos en la profundidad, llegan a la orilla, donde se deshacen y desaparecen, en una acción continuada que no tiene fin.
 
¿La fe no es una creencia, algo que está clavado en suelo, algo que nos domina y nos tiene atrapados? Creer en algo, la fe en ese algo, nos divide del reto que nos llega, que siempre es nuevo, porque la respuesta es vieja, fragmentada. Y para responder adecuadamente a cualquier reto que nos llega, uno ha de tener toda la energía. Esta energía que es la totalidad de la energía, que puede llegar a nosotros en ese instante, solamente puede ser cuando uno no tiene nada que ver ni con fragmentos ni conflicto alguno. 
Por eso, la fe, las creencias, los dogmas y normas, los preceptos y mandamientos, son interruptores que no dejan fluir la energía en su totalidad. Y así las respuestas a los problemas, a los retos, siempre son inadecuadas, son un arañar la superficie, de manera que esa respuesta es una repetición de todo lo conocido: confusión, desorden, enfrentamientos. De lo conocido -la fe-, llega lo conocido -la creencia-. Pero si encaramos los problemas, los retos, con lo desconocido lo que llegue será lo nuevo y no tocado por la astuta mente, es decir, el orden, que no es suyo ni mío ni de nadie. Si no lo que es, la realidad, nos guste o no.
 
Si hubiera una necesidad real, como pasar hambre, etc., lo arrasarían todo. Eso quiere decir, que todavía hay estado del bienestar, despilfarrador, derrochador -viajes, caprichos, comilonas, espectáculos para distraerse, etc.-.
 
No se trata de una particularidad, Nuria, eso es un hecho: podemos decir que viven mal la mayoría de las personas, etc. ¿Pero quiénes son, eres tú, los que estamos con el ordenador que sabemos más o menos escribir e interpretar lo que los otros escriben, o son los invisibles como siempre para la mayoría que no se entera, pues los medios de comunicación no los sacan? Y eso sucede por todo el mundo.
 
Una opinión en sí no tiene valor. Porque, todos los que hacen maldades también opinan que pueden hacer las maldades. Por eso, Nuria, una opinión se puede debatir, investigar, y ver que sale de ahí. Si no, ya estamos como siempre: ordeno y mando, la brutalidad, la crueldad, el conflicto entre las diferentes opiniones, entre las partes cada una con su opinión.
 
¿Puede haber amor cuando forzamos a alguien para que haga algo?
 
El paradigma de rechazar lo que es extraño, lo que cuestiona algo arraigado y establecido, es común a todas las mentes. Porque, tenemos miedo de perder eso donde encontramos consuelo, donde nos encontramos con las amistades, donde nos sentimos a gusto.
Por eso, uno no ha de tener nada: ni opiniones, ni creencias, nada donde agarrarme ni identificarme. No es fácil, porque vivir de esa manera significa la soledad, no aislado, pero sí solo. Gracias, Arun, por tu aportación.
 
Si alguien quiere hacer algo incorrecto y tú le dices que no es adecuado, sin que él te haga caso. ¿Qué harás sabiendo que el esfuerzo es crueldad, ausencia de amor? Tú se lo explicas, le dices que sin lugar a dudas eso que hace es negativo inadecuado. Pero, él no te hace caso.
Entonces, si no le dices nada, ni entiendes todo el conflicto que ha surgido, tú te quedarás fragmentado, es decir, sin amor. Pero, por eso que tienes amor no quieres hacerle ningún daño obligándolo ni haciéndolo culpable porque tú se lo dices. ¿Qué harás para que los dos quedéis enteros, sin herirse el uno al otro?
Como el amor lo engloba todo, es total, holístico. Ese mismo amor, no es capaz de juzgar lo que otro hace, sino que habiéndolo investigado lo descarta para sí, pero no siente amargura ni prohíbe a otro para que haga lo que quiera, para que haga lo que tenga que hacer.
 
Encarar un reto, que siempre es lo nuevo, con lo que ya sabemos, que es lo viejo, el pasado, nos deja en el desorden. ¿Cómo lo haremos, cómo encararemos los retos? Si ya tenemos una   respuesta, eso ya es lo viejo, el pasado.
Por tanto, yo no sé nada, me encaro al reto sin saber nada de él, ni de ninguna solución. Y esa es de la única manera, en que el ‘yo’ no puede operar.
 
Cuando el amor llega, el karma no puede ser. Porque, el karma es una teoría, una idea. Y el amor es un hecho tan rotundo y radical como la muerte.
 
Si decimos que el hombre es arcilla, como si es polvo de estrellas, o la evolución de la energía que se materializa, etc., eso es jugar con el infinito. Por eso, todo viene y se va a la nada. Donde es todo a la vez.   
 
El problema siempre está en: ‘Yo, sí que puedo hacer lo que quiero y necesito, pero tú no puedes y no te dejaré’. Y, como el otro dice lo mismo, por la fuerza de los hechos, llega el conflicto. Eso está claro. Ahora viene la otra cuestión: que lo veamos y queramos hacer algo al respecto. Y, mientras no veamos todo el peligro –que va mi vida en ello-, que hay en ese conflicto que generamos, todo seguirá igual.