Torni Segarra

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Voy a exponerlo de esta manera, Moisés: Cuando alguien está agotado, porque ha hecho diez kilómetros andando, se aparta de ir y venir y se retira a descansar. Simplemente es eso.
Respecto de la meditación, hay que decir que meditación es toda la vida, hagamos lo que hagamos y estemos allá donde estemos.
 
Los deseos, o se viven, o se destruyen, aniquilan.
 
El deseo, es la consecuencia de una necesidad. Tenemos las necesidades físicas, biológicas -comer, sexo, resguardarse del frío, etc.-. Y eso, está ahí desde siempre, ¿de acuerdo? Ahora viene la parte en que está el deseo psicológico: tengo esto, pero me aburre, veo que otro tiene una cosa diferente de la que tengo, así que empieza a funcionar el deseo planificando, manipulando, buscando, hasta que lo encuentra o no. Y esa es nuestra vida.
El hombre es quiero y no puedo. Porque en su estupidez quiere lo que no puede conseguir. Quiere la seguridad. Pero la vida es la absoluta inseguridad. Y como no queremos vivir en esa inseguridad, inventamos la seguridad, que es el ‘yo’, y todos los inventos como el nacionalismo, las religiones organizadas, las ideas y teorías, las máquinas, toda esta sociedad cruel, corrupta e inmoral.
¿Qué podemos hacer para que esta sociedad no nos devore? Ser afortunados, sensibles, para poder ver todo el peligro que es esta manera de vivir divisiva, generadora de conflicto que va a desarrollar la confusión, el desorden, la anarquía, los enfrentamientos, la violencia y las matanzas de la guerra. Si lo vemos, no nos afectará ni nos arrastrará. Si no lo vemos, desafortunadamente seguiremos como robots obedientes, incapaces de participar de la belleza que genera más belleza, más orden. Y este orden es amor.
 
Así mismo es la vida: creemos que podemos cambiarlo todo a nuestro gusto y capricho. Y ese querer cambiarlo es lo que nos ha traído hasta aquí, con todo lo que hemos montado, inventado. Creyendo que el próximo invento nos va a resolver los problemas, ya sean de salud, de comodidad, de economía. Pero, esa es la mayor ilusión. Porque, la vida y su realidad es como es. Y no se puede dominar.
Y eso mismo pasa con el pensamiento: no lo podemos controlar, dominar. Y como insistimos en ello, aparece el conflicto entre la parte que quiere y la otra que no quiere, porque no puede cambiar. Por eso, el paradigma de la sociedad, de nuestra vida, es el esfuerzo, la contradicción, el conflicto, que nos lleva a la crueldad, la insensibilidad, a las carnicerías de la guerra.
 
¿Y cuál es el problema? ¿Esa respuesta, son celos, envidia, ver que nuestra vanidad está por los suelos, el egoísmo, el ‘yo’, irritado? ¿Podemos estar libres de no decir lo que han dicho o dicen los otros? Las palabras que decimos, los adjetivos, los sustantivos, los verbos, todas son una repetición de lo que dicen los otros, de los maestros que nos las metieron en la cabeza. ¿Puede alguien salirse de esa fatalidad de repetir lo que ya alguien ha inventado? Los pintores que pintan como los surrealistas, los naturalistas, los impresionistas, etc., todos se repiten de los primeros que empezaron. Los arquitectos, los ingenieros, los médicos que hicieron el primer trasplante, todos son reproducidos, repetidos. ¿Se puede decir que son imitados en un sentido negativo, despectivo? ¿Pierde valor repetir un invento, reproducir otro modelo de automóvil o un avión, que fueron inventados hace cien años?
¿Psicológicamente sucede lo mismo? Psicológicamente la repetición en el sentido estricto es negativa, no tiene sentido, porque es divisiva. Pero, repetir una canción de un cantante, haciéndolo de manera que en el intérprete no haya división ni conflicto alguno, esa canción tiene tanto valor como si la cantara el cantante original. Porque al no haber división, el amor está operando. Y si hay amor, no hay de ninguna manera ningún problema.
 
No hay ni optimismo ni pesimismo, Enric, eso es cosa de uno, es subjetivo. Sólo existe la realidad, su descripción. Y es por eso que no nos gusta la realidad, que inventamos otra realidad que si me gusta y satisface. Pero el precio es la división y todo lo que desencadena: toda nuestra manera de vivir como lo hacemos.
 
Alejandra. Ese es el problema que os aburre la repetición. Pues prepárate, que va a volver a salir el sol, o a volver la noche, después de repetirse quintillones de quintillones de veces, desde que se creó el planeta tierra. No solo se va a repetir la salida o el ocaso del sol, sino que van a repetirse todos nuestros males, alegrías y tristeza, ¿Todavía no nos hemos dado cuenta, en tantas cosas raras y no raras que hacemos para verlo? ¿Por qué es que vivimos en la confusión y el desorden, después de escuchar música suave, mística, después de leer a los que se dice que saben, después de hacer toda clase de cosas para qué se despierte la sensibilidad y la inteligencia?
 
Veo que te cuesta comprender, Amilcar. Por eso, la solución es muy sencilla: si uno ve la comida y tiene hambre la comerá, si no tiene hambre la mira y la rechaza. Fin del problema. Pero esa comida que nosotros no necesitamos, hay otros que sí que la necesitan y se la van a comer. Y por respeto a esos que sí que tienen hambre, uno tiene que ser respetuoso con toda comida, con el que la ha preparado para que sea comestible. Además de a los que han hecho posible que esa comida se haya podido generar con su trabajo, cariño y afecto.
 
He leído tu entrevista de ayer. Gracias.
Cuando dices: ‘La realidad no existe. La realidad sólo existe como experiencia y voluntad de interpretación’. Eso quiere decir a un cierto nivel. Porque, la realidad del dolor, de los  conflictos, de la alegría, de la violencia, del frío y el calor, esa si que existe. Y no la podemos cambiar.
 Artísticamente, la realidad a un cierto nivel si que se inventa. Pero, en las fotos por ejemplo más encuadres de los que hay no se pueden hacer. Ni tampoco uno no puede dejar de estar sometido a las palabras y las letras cuando escribe. Por lo que el margen de libertad en el sentido de opción es reducido. Tú, Joan, cuando haces una foto, lo que ha de salir, ya sabes lo que es: el objeto que retratas, con sus múltiples matices, pero nada más. Eso mismo pasa con los metales, que solamente se pueden trabajar los que existen en la tierra. No se puede salir de ahí.
 Psicológicamente es diferente -aunque está la muerte y su final, que es insoslayable-, ya que las posibilidades de la mente de generar lo nuevo es infinito, como los números que nunca tienen fin.