Torni Segarra

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T. Segarra: ¿Qué piensas de la guerra?
Interlocutor: ¿Qué guerra?
TS: La de Libia.
Interlocutor: Todos los países están igual. Me refiero a Yemen, Egipto…
TS: Las revueltas, con su violencia y anarquía.
Interlocutor: Pero, ellos quieren cambiar. No quieren vivir en dictadura.
TS: Pero, si sus actos son dictatoriales: queman casas, edificios, coches, son crueles y violentos.
Interlocutor: Pero, ellos viven en dictadura.
TS: ¿En tu trabajo tienes problemas con tus jefes, los compañeros? Los hay que si que los tienen.
Interlocutor: No es lo mismo.
TS: Todos los jefes son dictadores.
Interlocutor: Pero, yo quiero la libertad.
TS: La cuestión es, vale la pena ser violento y hacer la guerra, por la libertad, contra un dictador, haciendo daño.
Interlocutor: Es que en Libia hay un dictador y están mal.
TS: Estamos hablando tú y yo, olvídate de los de Libia. Porque el único problema eres tú. Si solucionas, tus problemas, eso repercute en ellos.
Interlocutor: Pero, es que tú en España vivís muy bien. Allí tenéis libertad.
TS: Si yo no voy con cuidado con lo que escribo, me darían un toque.
Interlocutor: Pero, es que yo quiero la libertad. Y, el pueblo, la gente, también la quiere. Y, allá donde las revueltas, en Libia, no tienen libertad para votar
TS: La gente quiere fútbol, toros, sexo, comer. Y, no se entera de nada. El pueblo y la gente hace lo que le ponen en la cabeza, durante todo el tiempo, para decirles lo que tienen que votar.
Interlocutor: Pero, tenemos que luchar por la libertad.
TS: Luchar significa violencia.
Interlocutor: Pero es preciso.
TS: Entonces, tú que has leído a Buda, y a Jiddu Krishnamurti, ellos estaban en contra de la violencia y la guerra.
Interlocutor: Pero, yo soy yo. A Buda, no lo he leído tanto.
TS: El problema es, cómo ve que uno hace daño. Hay quién es aficionado a los toros y no ve ahí daño hacia ellos.
Interlocutor: Jiddu Krishnamurti, nos da libertad.
TS: Pero, todo se basa en una buena relación con las personas. Eso es la base. Si no tienes buenas relaciones con los que vives, con los vecinos, todo lo que hagas y digas no tendrá ningún valor.
Interlocutor: Sí, veo. Pero, las personas queremos cambiar.
TS: A veces la realidad no se puede cambiar.
Interlocutor: Pero la gente quiere.
TS: Queremos cambiar lo que es, por lo que debería ser. Y, eso es imposible.
Interlocutor: Sí, lo veo. Pero, tú también eres violento.
TS: Todos somos violentos. Pero, yo lo soy de manera que no es grave.
Interlocutor: ¿Todos?
TS: Todos somos animales. Pero, Jiddu Krishnamurti era el menos animal.
Interlocutor: Pero queremos el cambio.
TS: Y, es por eso que queremos cambiar lo que es, esta realidad que no me gusta ni satisface, por otra realidad que creo que si me satisfará, que generamos todo el desorden y los conflictos, con su violencia. Pero, todo eso es falso, porque la manera de llegar a ese cambio determina lo que llegue. Todo cambio, ha de ser internamente. Y, este cambio se manifestará externamente en cada acto, en todo lo que hagamos.
Interlocutor: Pero las personas no lo ven.
TS: El problema es de cada cual, tú tienes que hacer el cambio al margen de las circunstancias. Por eso, te has de atener a lo que haces y cómo lo haces. Realmente el problema es cada uno de nosotros. Si resolvemos los problemas, si cambiamos, todo ya está hecho. Y, eso afecta y repercute en los demás, en toda la humanidad.
Interlocutor: Pero, la gente quiere cambio y libertad.
TS: Las personas, la mayoría son románticas, dicen que quieren la revolución, muchos son esnobs, otros quieren entretenerse y divertirse, sea de la manera que sea. Y, una vez se empieza, nadie sabe como va a acabar.
Interlocutor: Entonces, ¿cuál es la solución? Estar a favor o en contra.
TS: Ni a favor ni en contra. Porque, así vives sin enemigos. Tiene que ser la actitud de: “Si, si. Pero, no, no”. Es decir, queremos algo, si, si que lo queremos, pero vemos todas las implicaciones de ese deso y entonces, decimos no, no lo queremos, porque vemos el daño que vamos a causar. Es decir, siempre negando el deseo que se quiere imponer.