Torni Segarra

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¿Cómo podemos saber si todo lo que nos dicen es cierto? Vivimos estando informados a todas horas de todo cuanto sucede. Pero, ¿podemos saber si lo que dicen es lo que quieren que sepamos? Por supuesto, cuando alguien informa de algo, como lo hago ahora, es para que el que lo reciba se lo crea. Ahora falta saber, porqué quieren que los que reciban la información, se lo crean. Y, aquí es donde todo empieza aclararse, por eso preguntamos: ¿a dónde quieren ir a parar con esa información, esos mensajes?

 

Los que se dedican a los negocios, a enriquecerse más y más, todo lo que hagan va dirigido a ese fin. Los que tienen unos ideales humanistas, dicen que los mensajes son para cambiar el viejo patrón que hace que haya ricos y pobres, explotadores y oprimidos. Y, también están los que informan, porque tienen una formula mediante la cual uno llegará a la felicidad y después de morir tendrá una recompensa o castigo, según su actividad benéfica o dañina.

 

Los que se dedican a aumentar sus beneficios, esos ya están descubiertos por su manera de vivir, cada vez con más derroche y caprichos.

 

Los que tienen unos ideales humanistas, que quieren igualar los beneficios, los bienes y la economía, son iguales a los que dicen que siguiendo a su único salvador, maestro o gurú, llegaran a una manera de vivir donde todo se arreglará e imperará la justicia distributiva y de igualdad.

 

Pero, estos llamados humanistas y religiosos, generan desorden y confusión igualmente. Aunque, su engaño es aún más escandaloso, al presentarse como los salvadores de los menos afortunados, los que sufren la pobreza, la injusticia, la opresión y la esclavitud.

 

Los muy adinerados, los negociantes y poderosos, así se unen a los humanistas y a los religiosos, ya que el comportamiento de todos ellos es el mismo. Ellos descuidan algo que es muy importante: ver y comprender cómo actúa la realidad, es decir cómo actuamos y nos comportamos cada uno de nosotros. Porque, las ideas y teorías, por bellas y bonitas que sean, por deseables y benéficas que parezcan, no son reales, no son hechos. Y, al informar y divulgar, al prometer no-hechos, que es lo no posible, es cuando se crea el desorden, las revueltas con su anarquía, la violencia y la guerra.

 

Es preciso atenerse a lo que es. Y, no inventar lo que me gustaría que fuera. Es decir, esta realidad no me interesa ni me gusta ni satisface, entonces invento otra realidad que si que me gusta y satisface. Por eso, existe el desorden y el caos a todos los niveles y en todos los ámbitos. Si miramos detenidamente como vivimos, nos daremos cuenta el desorden que generamos, la confusión y el caos que dejamos en cada cosa que hacemos. No podemos hacer lo que nos venga en gana. Porque, cuando hacemos lo que queremos, la compasión no está en nosotros. Pero, ¿por qué no queremos tener respeto, ser amable y cortés, ser alguien que genera orden con su virtud hacia los demás? Está claro que es porque no estamos bien, no nos comprendemos, ni comprendemos como funciona la vida. Y, esto nos crea un malestar, que se convierte en angustia, sufrimiento e irritabilidad.

 

Y, este malestar, por desconocimiento e ignorancia, es la tierra abonada, donde los salvadores, los gurús, los maestros, siembran sus ideas y teorías. Pero, estos salvadores, están igual de confusos que los que quieren guiar y dirigir, liberar de sus miserias. Y, es entonces cuando se generan los desastres, para que todo continúe de la misma manera: conflicto, violencia y guerra. Esto es así, porque los malos materiales para construir hacen malas construcciones.

 

Mientras no veamos, que hemos de encarar los problemas, que son los retos que a cada instante nos llegan, de una manera negativa, nos los solucionaremos, Pues, en la negación, es cuando negamos el “yo” con toda su actividad, que son nuestros deseos.