Torni Segarra

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Ayer dijimos, que el hombre todavía no ha cambiado su estructura psicológica, mental. Y, que su comportamiento es el mismo de hace medio millón de años, con su confrontación, sus enfrentamientos, su violencia y las guerras. Ahora, en la actualidad, al tener armamentos atómicos, bombas nucleares, existe la posibilidad de que nos volaticen; de que desaparezca la vida en la tierra, tras una guerra. Pero, eso no cambia el que ahora seamos iguales que los hombres cuando vivían en cuevas o en la pradera. Porque, el hombre que usaba el arco y la flecha, que usaba la honda o el bastón, es el mismo que ha inventado la energía nuclear y tiene la posibilidad de usarla contra los demás. No es el mismo físicamente, eso es obvio; pero, sí que lo es a la hora de resolver sus problemas existenciales y de relación. Ahora somos supersticiosos y fanáticos, como eramos antes, miedosos y llenos de temor.

 

Y, porque tenemos miedo, ya sea al más allá, al dolor, a la inseguridad, al vecino o al compañero, es porque vivimos amargados, divididos, listos y preparados para hacer la guerra. Y, es por eso, que existen los ejércitos, los cuarteles llenos de armamento, donde se enseña a usarlo. Si fuéramos felices, al no tener esa rabia, los celos, el deseo de destruir al otro, no habría necesidad de los hombres armados. Es porque tiene miedo al vecino, al compañero de trabajo, al marido, a la mujer, por lo que necesita los hombres armados. No se ha dado cuenta, que cuando es feliz, no tiene problemas ni complicaciones. No tiene miedo. Y, al no tener miedo, es libre. Y, es entonces, cuando tiene libertad, que se siente feliz. Y, la raíz del miedo, está en el tiempo; el miedo, es tiempo.

 

Necesitamos el tiempo cronológico, para no perder el tren, el avión, para saber la hora que es; necesitamos el tiempo, para saber qué día es hoy, para acudir a la cita prevista. Pero, en el ámbito psicológico, ¿hay necesidad del tiempo, como ayer, hoy o mañana? En el ámbito psicológico, el tiempo es un impedimento, ya que nos divide del presente. Y, el tiempo es el invento del pensamiento. El pensamiento, es el depósito de todo el pasado, de todas nuestras experiencias; es como una grabadora que todo lo archiva. Y el pensamiento, también es el que inventa el futuro; según su condicionamientos dice: tuve un dolor hace un tiempo y ese dolor podría repetirse, o cuando dice: cómo me gustaría repetir aquello que me dio tanta satisfacción y placer. Y, todo esto nos causa temor y miedo, por si se repite; o, porque quiero algo que no se puede repetir.

 

Por tanto, el pensamiento tiene que desaparecer; el pensamiento que ha inventado el “yo”, los nacionalismos, las ideas y teorías tanto religiosas como políticas o de cualquier otro índole.

 

Por eso, la pregunta que procede es, ¿qué es el pensamiento? ¿el pensamiento es el pensador, es diferente, o es la misma cosa? Cuando vemos, que el pensamiento es lo mismo que el que piensa, el pensador, entonces es cuando cesa la división y el conflicto entre los dos; y, el pensamiento cesa en su parloteo, cesa con sus imágenes e inventos. Y, esta es nuestra estructura mental y psicológica, la manera como actuamos desde siempre, es nuestro condicionamiento. Y, ¿podemos ir más allá de ese condicionamiento? ¿Podemos hacer un cambio en las neuronas, para que se liberen del condicionamiento, de su programación? Nosotros, en realidad estamos programados como las computadoras, los ordenadores, que solamente actúan en una dirección que es la del programa. Y, nosotros queremos ir más allá del programa, queremos estar libres de la confrontación, del enfrentamiento; queremos descartar todo eso que nos hace violentos y crueles. ¿Es posible, ir más allá de nuestro condicionamiento, de nuestra programación? Solamente, cuando vemos que eso es preciso, que es una necesidad vital, que en ello va nuestra vida, nuestro dolor, y también de los demás, es cuando ese cambio se produce.