Torni Segarra

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Queramos o no queramos, el sexo siempre está ahí. Ese es su poder. Su fuerza, le viene dada porque el diseño inicial, es la reproducción de la vida. Y, haga lo que haga, el sexo estará ahí. Algunos frailes, monjes y religiosos a su manera, dicen que no quieren ni necesitan el sexo. Pero, yo cuestiono esa afirmación. Porque, si uno no tiene algún impedimento, como una enfermedad mental o psíquica, ha de sentir la sexualidad; ellos dirán que no es suya, pero estará dentro de ellos. Incluso los que tienen alguna enfermedad mental, puede que sientan el sexo, ya que el cuerpo tiene su propia inteligencia, autonomía e independencia de la mente. Porque, las personas estamos conectados todos, unos con otros; de manera que todo lo que piensa uno lo transmite a los demás. Y es imposible cerrar toda conexión con los demás, porque esa conexión es automática y a pesar de lo que uno quiera o no. Que maravilla es ver que un perro o un gato, que viven muy lejos de donde hay una hembra en celo, acudan hasta ella para copular. ¿Cómo son capaces de encontrar a la hembra, como lo hacen? El olfato, es una herramienta para lograrlo, pero por si solo no es suficiente. Hace falta que intervenga algo más. Y ese algo más, es lo mismo que tenemos los hombres, y todos los animales, a la hora de hacer las cosas que nos parecen más importantes de la vida. Y el sexo, nos parece que lo sea; al menos por su transcendencia, para poder generar otra vida; una vida nueva, que significa la continuidad de lo que somos.

 

Hay tantas cosas que desconocemos, aunque las veamos todos los días, que nos hacen superficiales. No hace falta tener conocimiento de todo cuanto ocurre, pero lo básico sí que es adecuado darse cuenta, cómo funciona. La conciencia, sola es una -algunos dicen, el magma o el alma, el ser- y todos participamos de esa conciencia, teniendo la nuestra propia. Es como ver los millones y millones de estrellas de noche, cada una parece sola, pero forma parte de la totalidad de las estrellas. Y, lo que le sucede a una, al estar relacionada repercute en las otras. En una palabra, todo y todos estamos conectados, entre sí y con los demás. Todo lo que pensamos, tiene una vibración, una intensidad y magnitud de onda, que los otros captan; y, más aún todo lo que hacemos.

 

Pero claro, todo esto son palabras, es una información, que tiene que ir a parar a ver de qué manera nos deshacemos y liberamos del dolor. Pregunto, ¿cómo nos liberamos del dolor? Porque con el dolor, no se puede vivir adecuadamente. Pues el dolor, distorsiona la mente, nos amarga la vida y todo lo que hacemos. ¿Cómo nos podemos comunicar y relacionar con los demás, con los animales, los árboles, si estamos irritados? Es decir, si no tenemos felicidad en nosotros, no la podremos dar y transmitir a los otros. Por eso, el principal problema, es el de nosotros, es el de cada uno. Porque, eso que es suyo, su vida, sólo usted lo tiene que solucionar. Y, para solucionar su vida, tiene que saber de qué manera funciona su mente, su pensamiento, su cuerpo.

 

Entonces, el sexo no es ningún problema; más bien, es una dicha, una bendición, algo sagrado. Que no tiene nada que ver, con la vulgaridad y la superficialidad de lo repetitivo y rutinario. No se crea a los que dicen, que han dominado el sexo; porque él tiene que salir de una manera o de otra. Ellos, dirán que no. Pero, lo que se dice, lo que se describe, no es lo descrito. Por tanto, tiene que observar todo lo que ocurre fuera y dentro de usted, Y, entonces encontrará que todo lo que ve, tiene otro significado, más auténtico y verdadero; verá, que todo tiene un sentido y significado que le abre la inteligencia y la sabiduría. Pero, a nosotros nos gustan las distracciones, nos gusta el entretenimiento, nos preocupamos superficialmente de lo que pasa. Y, entonces, seguimos buscando alguien que nos diga lo que tenemos que hacer, ya sea el psicólogo o el psiquiatra, el gurú o el salvador. Pero, ellos no le van a resolver su problema; si son sinceros y honestos, lo único que le pueden indicar es la dirección, como si fueran una señal que le indica hacia donde pretende ir.