Torni Segarra

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Se han dado cuenta que, para la mayoría, su reto es ver un pájaro, una nube, un árbol, una ola en la orilla del mar. Y sentir esa plenitud, que le conmueve, por todo lo que le envuelve. Pero cuándo será eso, cuándo tendremos esa oportunidad; seremos capaces de llegar hasta ahí. El dolor, es un generador de energía, que si sabe encauzar podrá descubrir lo que nunca pensaba que podría ser, y encontrar. Aunque el dolor, nos hace sufrir, nos da miedo, hay que observarlo, entenderlo. Porque, si no presta toda su atención a lo que está sucediendo, es un desgaste de energía, es como una huida. Y así, nunca llegamos a comprender lo que está sucediendo.

 

Y lo que está sucediendo, es que estamos mal, hacemos cosas sin saber realmente lo qué estamos haciendo. Y el resultado, es la ignorancia, no darse cuenta de esa brutalidad, la falta de sensibilidad, la total indiferencia hacia el otro. ¿No se dan cuenta, que si no tienen esa sensibilidad, ese afecto, esa preocupación, ese querer ayudar para resolver los problemas, está generando más confusión y caos? Y no se crea, que se puede esconder de eso que está sembrando, no hay ningún lugar donde pueda huir, sin que le persigan las consecuencias; ni dinero, ni poder, ni fama podrán hacer que lo eluda. Pero, tampoco tiene que ser el miedo, a lo que podamos provocar, lo que nos dará la energía y la inteligencia para poder comprender e ir más allá de la ignorancia.

 

Tiene que ser un despertar a lo que provocamos. Y para ello, tiene que comprender el dolor en su totalidad. Si vieran realmente lo qué es su dolor, tal vez, verían el dolor que generan a su amiga o amigo, al compañero de trabajo, a la persona que mira con indiferencia y con desprecio. Pero, infortunadamente, no queremos ver nuestro dolor, no queremos llegar hasta el fin para así comprender de una vez. ¿Cuándo va a subir al metro, o a entrar en algún sitio, y empuja, con su indiferencia hacia las personas, no siente su brutalidad, no siente el mal que les hace, no se da cuenta que se hace más frío y atroz a medida que pasa el tiempo? ¿Le gusta que le traten indiferentemente, sin prestar atención, cuando va a una oficina porque necesita que le solucionen un problema? Y si, desafortunadamente, no le prestan toda la atención que se merece, no siente que su dolor es el mismo que el de todos.

 

El problema está, en que vivimos fragmentados, divididos de los demás. Cuando no respetas, tampoco te respetas a ti mismo. Porque, tú eres él. Podremos decir, que somos víctimas de la sociedad; que siempre hemos vivido de esa manera, porque nos han condicionado desde el momento mismo de nacer, e incluso antes; podemos decir, que los obstáculos, son demasiado grandes y difíciles de sortear. Pero, no huyamos, no seamos superficiales, el problema es tuyo, y tú lo tienes que comprender y resolver; y cada cual, ha de hacer los mismo. No espere a que alguien se lo resuelva; porque ese que quiere que le resuelva los problemas, también tiene sus problemas, que son los mismos que tenemos todos. Por tanto, buscar a alguien para que nos resuelva nuestros problemas, el miedo, la ignorancia, la división, la brutalidad, etcétera, forma parte de la continuidad del problema, da vida a nuestro problema.

 

Por tanto, eso quiere decir que estamos solos. Y esa soledad, es una bienaventuranza.