Torni Segarra

Seleccionar página
 

Una de las cosas más importantes es, darse cuenta de que lo que se dice, no es lo descrito, no es lo narrado. Las personas, siempre queremos mantener el estatus, la imagen que hemos creado de nosotros. Siempre queremos, pervivir, proseguir y continuar, con la rutina y la repetición. Pero claro, esto tiene sus consecuencias, un precio, y es el conflicto. Nos hemos habituado a vivir en conflicto, en la disputa, ya que de este modo, nos revitalizamos y tonificamos. No podemos ni queremos aceptar, que la realidad sea tal cual es. Entonces, aparece la huida, el cambiar lo que no me conviene por lo que creo que si que me conviene.

 

Cuando hay un conflicto, éste tiene que cesar. Pero, si no cesa y prosigue, uno se tiene que encarar y vérselas con esa perturbación, que es el conflicto. Podemos intentar solucionarlo, para que cese, argumentando y argumentando sin parar, pero puede que persista. ¿Qué es lo que haremos para que el conflicto llegue a su fin, cese? Indudablemente, el conflicto nace, crece y se expande, y muere dentro de nosotros, en nuestro interior. Muy bien, hasta aquí todo bien. Pero, ¿y si ese conflicto tiene una duración, a la que no estamos acostumbrados, se convierte en una gran y molesta perturbación? No hay más remedio, que afrontarlo; no huir.

 

Hay algo que sí que podemos hacer: limpiar nuestra casa. Porque, si nuestra casa no tiene orden, entonces llega el conflicto y la confusión, el caos. Solamente se puede sembrar; lo que suceda luego, ya no depende de nosotros. Hay tantas cosas que no sabemos, y seguramente nunca lo descubriremos, que es necesario dejar de especular, dejar de culpar, de auto-inculparse, de desesperarse. Por eso, hay que llegar hasta el fin, porque como ya hemos dicho, todo nace, crece y se expande, y finalmente muere. Pero, ¿siempre hay una solución, siempre llega a su fin el conflicto? Si somos afortunados, siempre que podamos descartar, comprender el conflicto internamente, llega a su fin.

 

Si no somos tan afortunados, el conflicto también puede cesar, yendo más allá del conflicto. Es decir, mirar el conflicto como si no lo fuera, disfrutar y gozar de él, abrazarse a él. Y entonces, el conflicto aunque persista y esté allí presente, no nos molestará ni nos perturbará. Porque, qué es nuestra vida, sino un conflicto desde que nacemos hasta que morimos. Conflicto con la naturaleza, con el frío y el calor, con nuestro cuerpo; conflicto con la pareja, los vecinos, con los que compartimos el trabajo; y también, conflicto con la ineludible muerte. Por tanto, todos sin excepción tenemos conflictos, vivimos en conflicto. La única diferencia es, la manera de abordarlo, de resolverlo, de hacer que cese. Y, ahí también interviene lo desconocido, lo que está más allá de nuestro entendimiento, el destino. Aunque, siempre hay algo que podamos hacer o hayan hecho otros antes de nosotros. Por eso, es que hay que ser sencillos y no arrogantes, porque en realidad somos, más bien, muy poca cosa.