Torni Segarra

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1959. Sí es arte. Pero si definimos el arte, como una copia burda, deforme y muerta de la realidad.

 

El arte es la realidad que siempre se está moviendo: las personas, la luz y las sombras, las nubes y las estrellas, todas las cosas, toda la naturaleza, toda la vida. 

 

 

 

1960. Las miradas nos sugieren e informan, pero tienen escaso valor. Lo que es verdadero, real, importante son los hechos. Pero atenerse a los hechos, no nos gusta. Pues para abordarlos, para abordar la vida adecuadamente, hemos de morir al pasado, a lo viejo. Y de esa manera, ser frescos, ágiles, enteros.  

 

 

 

1961. Nunca entenderé a ese grupo -muy grande- de salvajes que se juntan por una fiesta de crueldad, violencia, muerte. Y ahora violaciones sexuales a las mujeres. Pagana e idólatra, de beaterías, que ni siquiera saben ni entienden qué es la religión.

 

Y por eso, es que son hipócritas, farsantes, seguidores del establishment, aunque vayan hacia el abismo, cual rebaño ciego, perdido, que no sabe que tiene cerca un acantilado.

 

¿No se puede hacer nada ante eso?

 

 

 

1962. Creo que te has pasado. Aunque tienes toda la libertad para seguir pidiendo, haciendo lo que sea necesario para conseguirlo.

 

 

 

1963. La ley, cuando la hago que vaya a mi favor para vencer y dominar a los otros, es buena. Pero cuando los otros, hacen exactamente lo mismo, me opongo, berreo, falseo, miento, me revuelvo, ante la realidad, como un fiero animal.

 

Por lo que los problemas van a proseguir. ¿Pueden así funcionar las democracias, corruptas, inmorales? 

 

 

 

1964. Decían que no eran de la vieja casta política, corrupta, inmoral. Pero al paso que van, van a ser igual de tiranos, dictadores, como todos los que tienen el poder, mandan.

 

Y, todo, primero para conseguir el poder. Y, luego para no perderlo de ninguna de las maneras. Que es la marca, de la casa política. 

 

 

 

1965. Es verdad que los hombres son muy trabajadores, cuando se trata de querer más y más, de pelear con los vecinos que nos reclaman lo que es de ellos. Así que, hay quienes después de trecientos años de pleitear, de litigar, de enfrentamientos, etc., aún tienen ganas de seguir con esa dinámica diabólica del enfrentamiento, que nos puede llevar a la violencia, a las matanzas en masa de la guerra.

 

 

 

1966. Eso es lo malo del centralismo, que actúa como un viejo monarca, todo poderoso, absoluto, tirano: que inventa las leyes para depredar de todas las maneras, a los que viven lejos de él.

 

Luego se quejan que los otros, sus vecinos, son levantiscos, cuando les reclaman el dinero que les roba, con artimañas, con leyes inventadas para que el robar no sea visto como un delito.

 

Esas maneras son las más viejas: desvalorizar lo que roba, diciendo que a los que roba, no les va a afectar en su vida, ya que ya están acostumbrados. Pues, a lo largo de los siglos, miles de años, siempre ha sido así.

 

Y, son tan estúpidos, que se creen que los otros lo van a consentir. Y por eso, es que llega la violencia, el desorden, la anarquía, las matanzas, contra ellos. Sin darse cuenta, que son ellos mismo los que la provocan y generan.

 

 

 

1967. Hablas de la falta de sentido, que ha debilitado al ser humano. Y esa misma falta de sentido, es la que generó el arte como se entiende ahora. Porque, pretender enmendar a la naturaleza, transformarla caprichosamente, placenteramente, por vanidad, para usarla para aterrorizar, provocar miedo. Pretendiendo hacerlo todo más bello o más feo. Eso es ridículo, absurdo, un sinsentido.

 

Todos los artistas, pintores, escultores, escritores, músicos, etc., han intentado e intentan, vencer para transformar a su gusto la realidad. Inventando otra realidad, que más les gusta y conviene, satisface.

 

¿Se puede describir, pintar, toda la maravilla de un árbol, de un animal, de una persona? No se puede. Porque nosotros no podemos copiar, describir, a la atemporalidad. Todo lo que hacemos está caducado por el instante, el segundo que acaba de pasar, y por eso perece, está muerto.

 

O sea, que lo que hacemos es copiar lo de la vida, de manera que la matamos, ya que pretendemos que lo atemporal se comprima en el tiempo psicológico, como pasado, presente, futuro. Cuando la vida real, la realidad, es sin tiempo, atemporal, eterna.