Torni Segarra

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1862. No solamente existe el juego de los bancos. Hay toda clase de juegos. Y por eso, cuestionamos los que actúan inadecuadamente. Es decir, que generan más pobreza, miseria.

¿Por qué hace unos treinta años, si se tenía dinero en el banco, dejaba un redito en el cliente, y ahora resulta que hay que pagar por tener una cuenta? 

 

 

1863. Recuerda que la libertad es amor. Lo más sagrado, sublime. Si tú tienes amor en tu vida, o a una mujer, a una persona, ¿le prohibirías algo que es muy importante para ella?

Es porque no tienes amor, que eres un fanático, fundamentalista, nacionalista centralista español. Que se opone a que los demás sean libres, autónomos, independientes. Por eso, los que se oponen a la libertad, son tratados como subdesarrollados.  

 

 

1864. ‘La virtud deja de ser virtud cuando se cultiva’.

Porque la virtud, es una idea, un concepto, que no tiene ninguna validez. Y esa idea, ese concepto, es lo que nos divide del hecho del presente, del ahora.  

 

 

1865. ‘Hay una vacuna para eso’. 

¿Qué nombre tiene? ¿Cuál es el laboratorio que la comercializa? ¿Es legal, se vende en las farmacias?  

 

 

1866. ‘Yo digo que dejemos de luchar contra los homosexuales dejándoles entrar en el ejército. Reunirlos todos juntos y dejarlos caer en las montañas y desiertos de Afganistán. ¡Corre con tus pequeñas correas!’.

Ellos también querrán hacerte lo mismo a ti. ¿O es qué no somos todos iguales: seres humanos siempre necesitados de algo para sobrevivir?

Si lanzamos piedras a los demás. ¿No van a tirarnos piedras a nosotros también?  

 

 

1867. Puede que haya de todo -vagos y no los que no lo son-. Pero, la responsabilidad de los gobiernos, es ofrecer escuelas adecuadas para educar e instruir a los niños, los jóvenes, los universitarios.

También es responsabilidad de los gobiernos, hacer las cosas de manera que haya trabajo para todos, con unos sueldos dignos y no miserables.  

 

 

 

1868. Hace unos días, llamaron al teléfono. Y era la prima hermana de María, por la parte de su madre, Elvira, de casi noventa años, monja de clausura, dominica, que entró cuando tenía unos veinte años.

Yo la conozco bastante, pues he ido solo, a hablar con ella algunas veces, al convento donde estaba. Y muchos años antes de eso, muchas veces fuimos a visitarla todos -hermanos, tías, familia- cuando teníamos menos de quince años.

Y me preguntó por ti. Pues te conoce, ya que fuimos dos veces a verla al convento de Carcaixent. Aunque ahora está en otro convento de Torrent. Me dijo que se acuerda de ti. También se interesó por tu situación. Le dije que tienes dos hijos, Claudia y Evan. Y se quedó sorprendida, ya que ella te conoció cuando tenías cinco o seis años.

Empezamos a hablar de los viejos y los jóvenes -refiriéndose a ella y a María-. Y le dije que, los viejos y los jóvenes son todos iguales, tienen todos, su belleza. Le expliqué que los árboles, todos son igualmente bellos. Ya sean altos o bajos, ya sean esplendorosos o raquíticos, ya sean de los que no pueden subir arriba porque se lo impiden los más altos, todos son iguales y tienen su lugar, su sentido, su papel.

También le dije, que es un invento del hombre, la mundanalidad, lo que dice que es lo bonito o lo feo. Cuando todos, las personas, los árboles, todo lo existe, es inmensamente bello.

Y lo mismo pasa con las personas, cuando se dice que si están bautizadas o no. Porque eso es un invento de las personas, ya que todos somos iguales. Que eso, no tiene ninguna importancia ni valor. A lo que ella contestó sorprendida: ‘Calla, no hables de eso. Pues de eso no se puede hablar’. 

Le recordé que, en una de las visitas, en la que estábamos solos, con una doble reja de hierro negra, que había entre ella y yo, que tenía una pequeña ventana en medio por la que me tocaba, me acariciaba, le llevé un librito, con tapas rojas, que hablaba de Buda.

Pero ella no se acordaba, aunque se sorprendió, de la misma manera que el día que vio el librito de Buda. 

 

 

1869. Te recuerdo que esos inmigrantes, ya hace años que hacen los trabajos que los nativos no quieren hacer: barrer las calles, recoger naranjas, estar dentro de un invernadero trabajando, peones, en cocinas, acompañar y cuidar a personas viejas, enfermas. etc.

¿Sabes por qué? Porque los de aquí se han hecho señoritos, se han especializado, y no quieren rebajarse haciendo esos trabajos con tanta paciencia, que sólo tienen esos emigrantes, que tanto denigras.

 

Y eso mismo pasa en todos los países ricos, desarrollados. Ya sean las monarquías árabes, musulmanes, donde los esclavizan. Ya sean norteamericanos o europeos.