Torni Segarra

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1979. Parece que tengas ganas de guerra. Y por eso, dices que ya hay guerra civil. Si hay alguna guerra, es la de un gigante y un enano.  Por eso, también podríamos decir, que el que tiene hambre sueña en tortas. 

Pero, ser frívolo, superficial, para jugar con la guerra, ¿no te parece que es cosa de miserables, de fanáticos, integristas? Por eso, vuelvo a decir que lo que hay siempre es el conflicto entre un enano y un gigante. Es decir, la brutalidad, la crueldad, la explotación, la rapiña ladrona, siempre está operando.   

 

1980. El cuerpo tiene sus necesidades. Y ante eso, poco se puede hacer. Pero, las necesidades mentales -la persecución del placer- pueden ser infinitas. Y por mucho placer que experimentemos, nunca habrá bastante.  

 

1981. Si a este pobre desafortunado, que es un cabo, le hacen esto, ¿qué les tendrían que hacer a los coroneles, generales, al capitán generar? Se llenan la boca de que hay democracia, pero con los hechos en la mano, no se ve por ninguna parte. Hay un montón de presos políticos. Las autoridades políticas, que mandan, han dejado todo el poder en los jueces. Y, estos en su rabia furibunda, están desenfrenados. Hasta el extremo, que muchos juristas les cuestionan lo que hacen: la ONU les ha dicho que respeten los derechos humanos a los políticos de la oposición.

La democracia, no es una palabra. La democracia, son hechos, han de transformarse en una realidad, en la vida de cada persona. De lo contrario, todo se convierte en una mafia de ladrones, que se agarran al poder valiéndose de sus maneras corruptas. Comprando el dinero a los ricos empresarios, banqueros, etc., -sin precio ninguno- que les dan para así poder recibir a cambio, las prebendas que les ofrecen los que mandan.  

 

1982. ‘El año pasado 147 reclusos fallecieron en las cárceles, sólo la mitad por muerte natural. Desde 2006 el consumo de drogas ha provocado 416 muertes y el suicidio, 266’.

Eso quiere decir, lo espantoso y cruel que es el estar encerrado, como un animal en una cárcel. Con su régimen implacable, haciéndolo como una tortura diaria.

Eso quiere decir el desorden en que vivimos, que genera esa crueldad en las personas menos afortunadas. No podemos decir, que los presos tienen lo que se merecen, por sus actitudes en la vida. Que, según la ley, inventada por los que mandan, dice: que son culpables por no cumplir esa legalidad.

No podemos esconder la cabeza bajo tierra. Porque, nosotros también somos responsables, de esa macabra costumbre de encerrar en prisión, que es como una jaula. No se crean que todo eso es un cuento, un pasatiempo. Pues, eso es una realidad.

Ya que los que mandan, han de solucionar los problemas. Y a los que mandan, somos nosotros los que les ponemos en el mando, en el poder. Para que resuelven todo, para que no haya problemas de injusticia, explotación, crueldad, indiferencia, corrupción, inmoralidad.

¿Puede alguien que es honesto, no corrupto, no ladrón, no explotador, ni mezquino, ni avaro, ni injusto, votar a políticos que hacen, que son todo lo contrario? Es decir, que generan, confusión, desorden, anarquía.

Y, que una de las consecuencias, es la delincuencia, salirse de la ley -que también es corrupta e inmoral, como también lo somos nosotros, que la hemos inventado, para estar seguros, confortables, en nuestra miseria-, que lleva a las personas a estar encerradas como en una jaula, que es la prisión.

 

1983. Los más malgastadores, siempre son los que mandan. Porque, ellos reparten, parten, cogen la mejor parte. Eres tan ciego, lleno de odio, que te encaras con alguien, que es como un mosquito que lo ves perjudicial; pero el águila, no la ves lo perjudicial, que también es.

Mirémonos nosotros primeros, cómo vivimos, qué hacemos del dinero, si somos justos, honestos, no ladrones. Y entonces, tal vez si somos afortunados, sensibles, dejaríamos de acusarnos de lo mismo que todos hacemos.  

 

1984. Para solucionar los problemas entre nosotros, hay que tener una comprensión de cómo somos. De cómo opera nuestro pensamiento, la mente. Pues, todos somos, de una manera o de otra, tóxicos. Ya que, vivimos en confusión, en desorden. Sin saber ciertamente qué es la existencia, para qué sirve.

Lo que sí que sabemos, es que, si estamos divididos internamente, todo va a ir a peor.