Torni Segarra

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 El que critica, es lo mismo que el criticado. Esa es una verdad muy difícil de entender, porque hay que ir más allá de la vanidad, del ‘yo’ y del ‘tú’, del ‘nosotros’ y el ‘ellos’. Pero uno no piensa ni cree que eso no puede ser, porque se cree superior o inferior. Pero, la realidad es que todos pasamos por lo mismo: celos, envidias, ira y odio, ansiedad y miedo, confusión y desorden, y el dolor que todas esas actitudes provocan.
 
Todos tenemos las mismas necesidades. Lo que cambia es el momento en que llegan y se manifiestan. Si no se ajustan a nuestras exigencias –que son necesidades-, llega la frustración, la tristeza, la depresión. Pero, eso mismo les pasa a los que no cumplen con nuestras expectativas que esperábamos de ellos.
 
Estás inventando lo que no es, Ronald. Huir es eludir un peligro, porque nos puede hacer daño o destruirnos. Aunque pongamos toda clase de metáforas, la vida sigue con su paradigma, su ley: cada cual ha de hacer lo posible para ponerse a salvo de los peligros para no perder la vida. Ahora la pregunta es: ¿Nosotros no hacemos todos lo mismo, cuando nos defendemos y atacamos unos a otros, porque son diferentes, ponen en peligro nuestro rutinario bienestar?
 
En la naturaleza todo funciona para que sobrevivan los más fuertes: si una gacela africana, tiene una torcedura de un pie y no pude correr, o se resfría, los que la depredan -leones, guepardos, leopardos, perros salvajes, hienas-, sin ninguna compasión, se la comerán antes que a otras más sanas. Y ese es el paradigma, el diseño de la vida, donde nosotros solamente podemos ser espectadores de lo que sucede.
Nosotros los humanos, también hacemos lo mismo aunque sea a otro nivel, pues seguimos siendo competitivos, agresivos, crueles y violentos; queremos triunfar, vencer, lograr nuestros deseos, lo que queremos y creemos que nos dará seguridad y el placer que ello conlleva.
 
Algunos se creen que vivimos en el mejor de los paraísos, eso es porque viven en la ignorancia y el egoísmo, que sólo ve lo que le interesa, justifica y defiende. Y esa actitud, es lo que hace que vea el dolor de los demás como algo irreal, un invento de los que lo sufren.
 
Si amas y no odias a los lunes, ellos te ayudarán a resolver tus malos rollos y tus problemas. Pero, ¿por qué es que vemos a los lunes tan complicados, tan molestos y desagradables? Simplemente es porque los fines de semana nos maltratarnos con todos los excesos y, como consecuencia, el cuerpo y nuestra psique reaccionan y se queja.
 
¿Por qué le damos tanta importancia a la edad, hablando de ella, de las consecuencias, etc.?
Lo que realmente importa es el vivir, no cómo vivimos, pues todos los que viven tienen sus problemas y complicaciones, nadie se escapa: el bebé recién nacido, el niño, el joven, el mayor y el viejo, cada uno ha de sufrir de algo, lo quiera o no..
¿Podemos ir más allá de todo lo que nos sucede, sin ser perturbados, sin amargarnos, hacernos neuróticos? ¿Por qué comparamos, contrastamos, psicológicamente, como hacen los profesores con los alumnos? En la comparación estamos destruyéndonos con los que nos comparamos, haciéndonos daño mutuamente, ya que aparecen los celos, las envidias, las frustraciones, el odio, etc., y las reacciones que desencadena todo esto.
 
Para Ana Jarén – Labaribaruska, blogera.
He recibido un correo de ‘cuatrobrujillas ymedia’ en ‘Somos Mujeres’. Y he entrado en tu blog.
Y me ha llamado la atención, lo siguiente: ‘Ole, ole y OLÉ!! Sí señor! La Carry con capote de torero español!!’, con su foto-dibujo correspondiente.
Me ha llamado la atención, porque banalizar algo tan serio como la tortura y asesinato violento de los toros, por placer y diversión festivalera, es cosa de personas insensibles e indolentes al dolor, a la humillación, a la crueldad, al absurdo de que para uno divertirse tenga que destruir torturando el cuerpo de un animal sádicamente. Y al final de todo asesinarle violentamente, aplaudiendo y riendo la hazaña.
Por eso, esa costumbre y afición macabra, es propia de personas subdesarrolladas tanto sensiblemente como mentalmente.
Este tema da mucho de sí, da mucho para hablar y escribir, pero no lo haré aquí, por respeto a ti, que no te conozco, nunca había sabido de ti.
 
Los deseos son perturbadores. Por eso, o se vive y realizan o se aniquilan y destruyen, descartándolos radicalmente.
 
La paciencia sin inteligencia, nos sigue llevando por el mismo camino del animal. Los animales no cuestionan ni indagan, solamente obedecen al más poderoso, si no pueden con él.
 
El día en que te des cuenta que ese diálogo es sólo contigo misma, serás libre de la superstición y las dependencias. Las dependencias, el aferrarse a algo, por sagrado y bueno que sea, nos lleva a la esclavitud de la ignorancia, la obediencia y la sumisión, donde no se puede ser libre. Es como estar atado a un poste, con un poco más de cuerda o menos.
La libertad nos da miedo, pues nos deja solos. Pero sin esa soledad -que es unión con todos-, todo lo que hagamos no tendrá ningún sentido ni significa verdadero.
 
Cuando nos conocemos, es cuando realmente somos ricos, los dueños de nuestro destino. Pues no hay mayor riqueza que conocer a toda la humanidad, que es –son- como yo, como tú.
 
Todos tenemos de todo, unos más evidente que otros. Pero, si los retos lo requieren, todo lo feo que vemos en los demás también nos sale a nosotros.
 
Lo más importante de la vida es conocernos, comprender como funciona el pensamiento. Una vez comprendido el pensamiento-mente, con su invento que es el ‘yo’, todo lo que hagamos va a ser lo correcto, lo adecuado, el orden.