Torni Segarra

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Incluso si tocas la verdad, es ya no es la verdad. Porque si tocas ya tienes una imagen de eso que has tocado. Y la verdad no es algo estático, sino siempre en movimiento, cambiando.
 
En el momento que uno se hace seguidor de otro, porque le conviene, surge la dependencia. Y diga lo que diga el maestro o gurú, el líder, el salvador, y haga lo que haga, la mente humana puede alucinar de manera para justificar y aprobar todo lo que diga y haga. Siempre que les convenga a los seguidores. Gracias, Ernesto.
 
Si quieres conducir la mente, generara fricción. Pues la tendrás que obligar, llegando el desorden del conflicto entre eso que quieres y la realidad. Y a partir de ahí, el mal estará contigo, Yevakte. Porque la mente es ingobernable. Dejarla que actúe anárquicamente no es adecuado tampoco. Por lo que la observación atenta y profundamente, hará que veamos cómo funciona y la comprendamos. La mente es tal cual una persona. Y hay que tratarla y gestionarla de la misma manera que una persona, o un animal.
 
Desde el primer paso uno tiene que ver la falsedad del ego. Porque si no lo ve, cae en la maraña de los libros, de los maestros y salvadores, los gurús. Y sigue atrapado en la ilusión de su ego, el ‘yo’, creyendo que vive en su Yo Real, en el Ser.
 
Néstor, si decimos que queremos identificarnos con alguien, por sabio y desarrollado mentalmente que sea, entonces ya nos hemos bloqueado. Porque, nos haremos repetidores, de segunda mano. Y dependeremos de esa persona que nos indefinamos. Apareciendo la desdicha de la dependencia, que tanto destruye al que le siguen y al seguidor.
 
Aunque, según tú dices, las medusas no tengan cerebro, sí que obedecen al mismo paradigma de la vida: comer, alimentarse. Y esa inteligencia lleva consigo la información de que hemos de comer y nos han de comer. Por tanto, no hace falta tener cerebro para actuar de esa manera. El sol y la luna, tampoco tienen cerebro y saben lo que tienen que hacer. Las bacterias tampoco lo tienen, ni las células, y funcionan para lo que han sido generadas. La energía primordial es en sí inteligencia, que está y funciona de manera para que el plan del universo se puede realizar, que es la vida que hay, ya sea que la conozcamos o no.
 
Cuando más insistimos, más forzamos, más manipulamos y obligamos, quiere decir que seguimos igual de perdidos como siempre. Si uno tiene claro que la lluvia cae desde arriba, de las nubes, a bajo a la tierra, ¿por qué nos tenemos que irritar porque otros digan lo contrario? Tanto el que defiende la creencia de dios, o lo que sea, como el que no cree en nada, si se siguen irritando, haciendo un problema, un conflicto, es que no entienden realmente de lo que se trata. Porque de lo que se trata es vivir la vida sin conflicto, en paz, y gozando de todo lo que es la vida.
 
Si somos conscientes de que estamos identificados, entonces no existe el peligro de quedarnos atrapados, porque vamos a través de esa identificación´, vamos más allá de ella. Eso es lo mismo que sucede con la violencia que a un cierto nivel –ya sea pequeño o mínimo-, uno tiene que serlo para poder subsistir. Pues, para subsistir hay que comer. Y comer quiere decir violencia, porque nos comemos a otro que no quiere, nos lo comemos a la fuerza. Por lo que siempre hay violencia.
 
El dolor sentido por alguien que se dice religioso, ha de ser vivido sin lloriqueos ni quejas. Sino aceptándolo por haber comprendido ese misterio que es el dolor. No sabemos ese dolor en realidad qué es: si es solamente psíquico, o es también físico. Porque, cuando el dolor es insoportable hay medicamentos potentes –drogas- que lo eluden. Lo que quiere decir, que uno va más allá del cuerpo y el dolor que genera.
El dolor, no es solamente el dolor que siente el cuerpo, sino lo que ese dolor provoca y genera en la vida del que lo siente. Pues el dolor, es paralizante, inutiliza, por lo que nos hace dependientes de otros que, aunque también sienten dolor, aún pueden ayudarnos a sobrevivir. Pero esa palabra ayudar tiene muchas derivaciones. ¿Quién ayuda de verdad? ¿Podemos ayudar a otro verdaderamente, entregándonos a él sin temor ni miedo ni resistencia alguna? ¿O es esa ayuda una obligación, un deseo satisfactorio porque nos hace experimentar el placer de eso que llamamos amor?
Si hay un deseo, hagamos lo que hagamos, va a generar desorden. Ese mismo desorden que queremos evitar, mediante la acción social, el cuidado de alguien, la entrega de lo que uno tiene, queda en nada si existe algún deseo oculto o no. Pues ese deseo al tener que satisfacerlo va a mediatizar eso que estamos haciendo, ya sea caridad, la entrega, las acciones piadosas sociales. Sin un negar todo eso, la acción resultante será el desgraciado desorden que impera en nosotros. Por tanto, uno tiene que descubrir por qué hace lo que hace. Porque de ese descubrimiento va a depender que haya dolor, más dolor.
 
Una cosa es tener que seguir la comida -aunque afortunadamente hay mucha-, porque eso es una actividad fisiológica, material. Pere, en el ámbito psicológico espiritual, por qué hay que seguir a alguien. Si lo que tiene esa persona que seguimos, también lo tenemos nosotros, cada cual.
El problema no está en seguir o no seguir a alguien. El problema es depender de él, porque estamos aferrados, atrapados, sin poder liberarnos. Y cuando estamos aferrados nos dividimos y generamos desorden en nuestras vidas y en las vidas de los demás. Yavakte, libérate de lo que te tiene atrapada y verás que ágil funcionas.
 
Cuando uno lo niega todo -familia, apellidos, hijos, amigos, el nacionalismo, su religión preferida, todo lo que dependemos psicológicamente- si no te mata, porque eres afortunado, entonces es cuando tenemos un contacto directo con lo que es, la realidad de la vida. Y la vida es nuestra vida y cómo la vivimos.
Para vivir adecuadamente, uno tiene que saber qué es esa cosa tan extraordinaria y extraña que es el dolor. Ver cómo se genera y nace dentro de nosotros. Así que, para saber qué es el dolor, uno además de conocer lo que es la vida, cómo funciona y opera, también tiene que saber, descubrir cómo funciona el pensamiento, y su ‘yo’.
Pues el pensamiento, y el ‘yo’ -que son lo mismo-, son divisivos, generadores de conflicto. Y mientras no comprendamos todo esto, de manera que podamos ir más allá, todo lo que digamos y hagamos, no tendrá ningún sentido ni significado verdadero alguno.