Torni Segarra

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Nada es difícil, sino llevarlo hacia delante, hacerlo realidad a cada momento, todos los días. Alguien que va a trabajar, y lo hace adecuadamente, eso no es difícil. Lo difícil es hacerlo adecuadamente cada día: puntualidad, aseo, no corrupción, etc.
Y lo mismo sucede con la imagen que tenemos. Aunque en realidad si tenemos magnetismo, hagamos lo que hagamos eso no va a desaparecer. Y eso mismo pasa con la belleza que cada uno tiene,
 
El amor lo incluye todo si excepción alguna.
 
Esperar algo o alguien, llegado un momento es negativo, porque nos bloquea y empantana, desatendiendo los retos que no trae el presente. El presente, el ahora, siempre cambiante, es a lo que nos hemos de atener, pues el pasado está muerto y psicológicamente no sirve, es un obstáculo para la vida.
 
Todos somos básicamente iguales. La ignorancia, que es el condicionamiento, nos hace creer que somos especiales, diferentes.                                                                                                       
 
Todos internamente tenemos todo lo bueno y lo malo, ahí no hay escape posible, pues todos somos iguales. La diferencia está en qué hacemos con eso. La libertad, que es amor, es la esencia de la vida, lo que genera el orden, el fin del caos y los conflictos.
 
La esperanza, es una ilusión. Pues, ¿qué hay que esperar, si todos somos iguales, repetimos el mismo paradigma del egoísmo, haciendo de la vida un negocio? La esperanza es un consuelo, un ungüento que nos suaviza las heridas que nos abrasan.
 
El apego es la respuesta al miedo, ¿no es así? Cuando hay una crisis, que pone en peligro lo que nos sostiene, es cuando nos damos cuenta que vivimos apegados, dependientes. Físicamente dependemos de la comida, de la ropa, del lugar donde vivimos cuando no estamos por la calle. Y eso es adecuado. Pero el problema está en la dependencia psicológica, que hace que vivamos apegados y aferrados a una idea o teoría, a alguien que decimos y creemos que sabe o nos da seguridad. Y esta actitud, que es miedo a lo nuevo y desconocido, es la que nos divide de los demás, ya seamos personas, como un país y su nacionalismo, como un bloque, como una religión, un partido político. Y si hay división, y sus conflictos, no puede haber orden. Si no el caos y la anarquía, la depredación como los animales, brutalidad y crueldad, violencia y los asesinatos en masa que son las guerras.
 
El amor es eso y más. Lo que no se puede explicar con palabras, pues son inadecuadas, inservibles para lo que está más allá de ellas.
 
Ni de los sueños somos dueños, pues ellos también forman parte de nuestro condicionamiento. Pues según donde vivimos, donde nacimos, según el ambiente cultural, lo que hacemos, dónde trabajamos, así serán nuestros sueños.
 
Todo eso es verdad. Pero si hacemos de eso como si fuera una proclama política, una bandera de un bando que lucha contra otro bando, entonces todo eso que es tan sagrado, se convierte en un negocio. Pues, si esperamos el reconocimiento, creyendo que somos los únicos importantes, lo más valioso, eso nos quita el valor de lo que hacemos, de lo que somos. Pues cada cual tiene en la vida su lugar e importancia, donde todo está relacionado para que todo pueda funcionar, para que la vida prosiga tal y como es ahora.
 
El daño siempre está ahí, porque el daño es la vida, cada cosa que hacemos lleva consigo algún daño. Lo que decimos, lo que escribimos, lo que hacemos, hay a algunos que les hace daño. Cuando una mujer conquista a un hombre, a las otras mujeres que también lo deseaban se les hace daño.
Por tanto, cuando participamos totalmente de la realidad, de la vida, vale decir cuando estamos completamente atentos ya sea al insulto, al desprecio –o al halago-, entonces no hay respuesta. Porque nos movemos con ello, al mismo tiempo participando de todo lo que sucede, sin división alguna. Y si no hay división, lo que está allí es el amor. Y al amor nadie ni nada le puede hacer algún daño.
 
Somos tan astutos que siempre queremos dar la culpa y responsabilidad de todo lo negativo que nos sucede a los otros, ya sea al subconsciente, a los dioses, a los demás. Pero todo eso es un invento astuto de la mente, que es capaz de inventar todo lo que cree que le interesa, aunque sea realmente dañino y nos destruya. Por eso, hay que comprender cómo funciona la vida, cómo opera el pensamiento, sus maneras, sus miedos, sus ilusiones.
 
Cada cual tiene su lugar en la vida, por lo que la persona que no es buena ni adecuada para nosotros, puede serlo para otros. Por eso, hay que ser muy sinceros y honestos, encarar la vida con autenticidad, para descartar lo que es negativo radicalmente.
 
Una cosa es lo que queremos y deseamos. Y otra cosa es la realidad, lo que es. Que no es mi realidad ni la tuya ni de nadie. Por eso, descubre lo que es, la realidad y atengámonos a ella; y ella, nos manifestará su misterio de por qué las cosas son como son y no como quisiéramos que fueran.
 
El amor, lleva en sí la amistad, la delicadeza, el cariño y el afecto, la amabilidad. Pero todo eso, por sí no es el amor. El amor, nada tiene que ver con las normas sociales, la llamada buena educación, aunque no va contra ello y lo puede usar en un momento dado. El amor es él solo por sí, aunque lo abarque todo y a todos.
 
Todo lo que somos dentro –sentimientos, deseos, pasión, tristeza, amargura, alegría-, no hace falta que los exhibamos. Pues ello, que es energía, se transmite rápida y velozmente, por lo que los demás –si es que tienen sensibilidad para poder ver- lo captan y perciben con nuestra presencia, y también en la ausencia.