Torni Segarra

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Eso es cierto. Pero eso mismo nos pasa a todos. A ¿tú no Janet? No hay escape posible, porque todos participamos del mismo paradigma mental. Si a ti te llega un reto: alguien que quiere molestarte, ¿cómo lo resuelves? Ya nos dirás, si es que quieres.
 
No sé si trabajas fuera de casa con un contrato o no. Pero, si lo hicieras en una oficina y allí tus jefes te dijeran que hagas algo absurdo, inmoral, ¿cómo responderías? No hace falta que sea robar, mintiendo, sino algo suave pero que ya está dentro de ese ámbito de la corrupción. Pues en ello, según respondas, puede que vaya el trabajo y el dinero que te pagan.
 
Cuando uno ve lo que tiene delante y lo observa con toda la atención, con todos sus nervios, toda su sangre, entonces uno es la totalidad del universo. Uno es como un juguete del universo, vulnerable y en sus manos. Pero ahí está el orden. Y ese orden es amor.
 
Pero como tú sabes, Janet, todas las empresas actúan corruptamente. Porque las empresas están dirigidas, las integran personas. Y como ya hemos dicho las personas sin ser corruptas no podemos vivir. Cuando digo corruptas, me refiero a que para que vivamos unos han de morir otros. Empezando por los animales que sacrificamos para poder alimentarnos y subsistir. Ya que ellos no quieren morir. La corrupción que hay en la explotación, que es no dar ni repartir  los beneficios a partes iguales de un trabajo, en una empresa, etc. Como lo podemos comprobar en el mundo desarrollado, tecnificado, rico, que compra a los países pobres sus materias primas baratas, pero luego les vende el producto que resulta caro. O el agricultor que sus beneficios son irrisorios comparados con las ganancias de los que comercializan sus productos.
 
He sabido de ti al leer tu entrevista en el diario…, de hoy. Gracias por las informaciones y comentarios.
Digas lo que digas, Joel, toda competición es una guerra, aunque sea de baja intensidad. Donde aparecen todas las cosas malas: enfrentamiento, conflicto, división, insensibilidad, indolencia, etc. Y sobre todo en el fútbol. Cuando un jugador echa al suelo a otro jugador que se escapa y le hace daño, ¿eso qué explicación tiene?
Tú dices que se canaliza la violencia, pero esa justificación se puede llevar también al ámbito del boxeo, de la tortura y asesinato violento de los toros por placer y diversión. También se pueden justificar las peleas de gallo, de perros, el boxeo de niños en el Extremo Oriente.
El hombre es pendenciero. Y si está fuerte y bien alimentado, lo es aún más. ¿Sería posible lo que sucede con los hooligan, los hinchas, en los estadios, doscientos años atrás, donde comer era todo una proeza? No sería posible. Era posible el críquet o el tenis, que era practicado por personas de clase alta.
El poder, el establishment, a pesar de las molestias que genera el fútbol, por la masificación de los espectadores, y el desorden que generan, es algo que les conviene. Porque, como tú has dicho, canaliza la violencia -que es el resultado de la rabia, les celos, la frustración por los bajos sueldos, las condiciones del trabajo y de la manera como se vive-. Y sin esa espita podrían estallarla contra los que mandan, con todas las consecuencias y el peligro de una rebelión.
Así que, el pan y circo, sigue vigente después de dos mil años. Por eso, nada nuevo bajo el sol.
 
La moral religiosa, ¿no crees que se ha de reflejar en cada acto, en cada reto que nos llega? Porque si no es así, viviremos aislados, divididos. Y la religión es la unión, la no división.
 
Cuando ellos lo dejan gravar quiere decir que lo hacen para que se vea lo ‘buenos’ que son. Porque las barbaridades que hacen, esas no las dejan gravar de tan cerca. ¿Dónde está Obama? En su poltrona que no quiere que nadie ni nada se la mueva ni la ponga en peligro. Por lo que todo es un blablablá.
Mientras exista el apartheid ni Obama ni Europa, están libres de culpabilidad por tolerarlo.  
 
Maltratar a los niños por militares armados como un ‘terminator’ –asesino-, demuestra lo degenerados que estamos. Los ocupantes e invasores, por ser brutales y crueles. Y los padres por no evitarlo.
Un niño es muy delicado, frágil, y todo lo que le sucede tiene una gran repercusión. Si se exponen a la violencia directa, quedan marcados por la amargura y el resentimiento, por la humillación.
Los invasores ya sabemos que son crueles, insensibles, indolentes, fanáticos, robots asesinos, están deshumanizados, por lo que son un grave peligro para todos, más aún para los niños que por eso los tienen que eludir.
 
Si decimos que ‘Las palabras del alumno tienen que ser entendidas, las del Maestro no tienen que serlo’. Eso no tiene sentido, porque creamos la dualidad -el agravio.- de que el maestro es como un dios y el alumno un mero objeto sin importancia. Cuando para que el maestro -lo que dice y transmite- haya de ser entendido y vivido, ha de existir el mismo nivel de igualdad, para que no haya división y se genera la unión entre ambos.
 
Los que no quieren la revolución -aclarar la verdad de lo que sucede para que se solucionen los problemas- es porque tienen miedo a algo que perder.
 
Las palabras no son los hechos. Muchísimos poetas, escritores, oradores, profetas, gurús y maestros, han hablado y hablan sin parar. ¿Pero cómo son sus vidas, cómo viven? Eso ya es otra cosa, ¿no?
Si yo te digo: ‘Te amo, Evan’. Eso no tiene ningún sentido ni valor. Lo que tiene importancia es comprender la realidad, lo que es, comprender cómo funcionamos, cómo funciona nuestro pensamiento. Y si vemos realmente como vivimos y como funcionamos, entonces tendrás todo el cuidado en usar las palabras para que tengan un sentido verdadero. Y no una floritura retórica, ya sea poética, literaria o lisonjera para agradar.
 
Es que la palabra religión tiene un significado que es algo parecido a como pertenecer a un grupo político determinado. Y la espiritualidad es como estar enterado de la política, lo que hacen los políticos, sus marañas, sus pasadas de rosca, etc., pero sin nunca participar en ella. Por eso, tienen una misma raíz, pero no las mismas intenciones ni los hechos. Y como ya sabemos: por nuestros hechos nos conocerán.