Torni Segarra

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Creemos que la rutina nos proporciona confort. Pero eso no es cierto, porque siempre estamos pendientes de que esa rutina no sea alterada. Creyendo que es el orden, buscándolo, forzándolo. Por lo que vivimos en confusión y el desorden.
 
Una vez hayamos visto, que la seguridad en lo psicológico no puede existir en absoluto, es cuando vamos más allá de la rutina y su falso orden.
 
Sí, eso es extraordinario, no ser afectado por nada: ni por el medio ambiente -frío o calor-, ni por el ambiente social en que vivimos, ni por el cuerpo que nos ha tocado, ni por la enfermedad o dolor alguno, ni por cualquier fracaso o decepción. Vivir con todo eso sin generar una herida, que nos deje divididos y fragmentados.
 
Jiddu Krishnamurti, como todos, tenía muchas caras. Y por eso, a los que esperaban de él las respuestas de un gurú místico al uso -como un fraile o monje y sus abstinencias, etc.-, les sorprendía con lo nuevo, que es la verdad.
De JK, solamente sé -después de treinta años de leerlo y conocerlo- de una vez que habló claramente sobre la homosexualidad -publicado en un boletín de la Fundación JK Latinoamericana, en papel-, diciendo que era una cosa antinatural y que la confusión y el desorden que genera esa actitud estaba en los que la practicaban. Pero dicho eso, la vida continúa. Y la vida son los seres humanos. Y a los seres humanos se les ama sean quiénes sean y hagan lo que hagan.
 
Puedes auto engañarte, si así lo prefieres. Eso no es nuevo, pues la mente tiene la capacidad de inventar lo que cree que le conviene. Hace unos días mantuve un intercambio de comentarios, con varias personas, que decían que el cuerpo era una ilusión, que no existía. Estaban convencidos de una manera patológica. Después de unas semanas de hablar y hablar, unos desaparecieron y otros aceptaron que eso era una alucinación, una ilusión.
Y, no solamente son ellos, hay otros como los católicos, etc., que creen en toda clase de supersticiones, cosas que no son hechos. Porque su creencia se basa en la fe. Y la fe es o blanco o negro: si yo digo que sí, o que no, eso es inamovible, incuestionable.
Pero el resultado es que los católicos son de los más superficiales que hay. Y, por eso tienen una teología pobre, porque no hay nada que investigar, todo es obediencia, aceptación de los dogmas y las normas. Ellos creen que lo saben todo. Y esa opinión es la que nos hace ignorantes, pues nos paraliza, nos hace vivir en la rutina, en la repetición de lo viejo y conocido.
 
Para Courtney Cazden, pedagoga de ‘Barrio Sésamo’, profesora emérita en Harvard.
He leído tu entrevista en el diario… Gracias por tus respuestas y comentarios.
No solamente EE.UU., necesita una educación para la diversidad. Eso se necesita en todas partes. Porque las personas todas sentimos miedo, no nos gusta estar inseguros. Creyendo que si hacemos algo con respecto a la inseguridad, viviremos seguros. Pero la realidad, es que sólo existe la inseguridad psicológica. En lo físico, sí que hemos de resguardar y cuidar del cuerpo. Por tanto, todo deseo de más seguridad, es una pérdida de energía, una ilusión, una inversión vana. Como se demuestra en todos los países que quieren estar seguros, invierten en ejércitos, armamento bélico, pero siempre están inseguros.
Pues, la seguridad llega al vivir una vida de moralidad, de honestidad, de no corrupción, sin avaricia ni codicia, sin celos ni vanidad. Y para eso, uno tiene que darse cuenta de la manera cómo funciona el pensamiento, los deseos.
También quiero decirte que el esfuerzo es negativo, falta de inteligencia, ya que nos hace brutales y crueles. Pues cuando uno tiene claro que quiere algo, ¿qué sentido tiene el esforzarse? Primero uno tiene que ver la posibilidad de hacer lo que queremos, que no sea otra ilusión. Y si eso que deseamos es verdadero, toda la energía llegará a nosotros para poder seguir con ello. Solamente hace falta ver la realidad tal cual es, sin inventar otra realidad que me gusta más. El esfuerzo es querer algo que no puede ser. Y cuando asumimos que no somos capaces de hacer eso que queremos, entonces el esfuerzo no tiene sentido y desaparece. Si tienes hambre de verdad, por qué te has de forzar para comer. Si tienes ganas de hacer algo, trabajar, el esfuerzo no ha lugar, porque no hace falta.
 
Entonces, según tú, Jose, no hay dolor al dar a luz a un nuevo ser viviente. No hay dolor si al cabo de unos años se muere ese hijo. No hay dolor cuando una pareja traiciona a la otra. No hay dolor en los desahucios –aquí se han suicidado en unos días, cuatro o cinco–. Ni tampoco ves el dolor de los hambrientos que no tienen nada, viviendo en un mundo que destruye comida, ropa, bienes, etc. Es decir, se gastan miles de millones y millones en caprichos, etc. Ni tampoco ves el horror de la violencia que hay por todas partes, ni ves el desgarrador resultado de la guerra, que tanto dolor generan.
Por supuesto, que también existe la belleza, la tranquilidad de un paseo por un bonito parque o el campo, la belleza en el ver una manada de pájaros dirigirse a un lugar seguro para pasar la noche. La belleza de un rostro, de un viejo que casi no puede andar, la belleza y la agilidad de un joven.
Pero, esa belleza, que nos llena de felicidad, como no os molesta, ¿para qué la tenemos que cuestionar? Y es por eso, que uno tiene que estar atento para ver dónde está lo negativo y descartarlo radicalmente. Y si descartamos lo negativo, lo que quede, lo que llegue, será lo positivo, ¿no? ¿Nos estamos comunicando o cada uno va en una dirección diferente?
 
El amor -o lo que sea que se diga- siempre llega. Pero el amor -como es compasión- no le importa perder.
 
Para aceptar y vivir en esta sociedad corrupta e inmoral -psicópata-, es preciso ser un psicópata. Pero realmente lo que hace a la sociedad psicópata, somos nosotros que somos psicópatas. Como lo demuestran nuestras acciones insensibles, destructivas, violentas, siempre divididos, en guerra.
 
El actual problema -la división y el conflicto- ya lo era en el principio de la vida. Porque había que cazar para comer y había que luchar por la mejor pieza, que también querían los otros. También había que luchar por la mejor hembra, el mejor lugar para dormir, etc. Lo que quiere decir, que b básicamente somos los mismos después de millones de años de evolución. Porque ahora estamos en el mismo paradigma de división y conflicto.
Ahora tú, José, hablas de un proceso evolutivo moral, psicológico, en el que todos nos convertiremos en personas honestas y no corruptas. Pero el problema no es del futuro, el problema es del presente, es del ahora. Pues, siempre todos –a lo largo de millones de años- han dicho lo mismo: más adelante cambiaremos, cuando evolucionemos para poder tener alimentos suficientes, herramientas adecuadas, estabilidad, etc. Pero el cambio no llega, porque ese proceso en el devenir es una ilusión, una trampa de la mente, que no quiere vérselas con la realidad. Y por tanto, huye por medio del tiempo.
Y ahora sucede lo mismo, siempre estamos aplazando la manera de solucionar los problemas –que son polivalentes, incalculables- pero que todos tienen una misma solución: comprender la manera cómo funciona el deseo, el pensamiento que lo genera, siempre divisivo, fragmentado, egoísta. Y mientras no comprendamos, de qué  manera funcionamos de verdad, todo va a seguir igual en los próximos millones de años.