Torni Segarra

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Hace sesenta años, la mayoría de las mujeres estaban en casa, trabajando en sus tareas para que todo tuviera su orden. El hombre, marido, etc., trabajaba fuera de casa. Algunas mujeres, ahora se quejan del maltrato de esas mujeres por tenerlas todo el día en casa. Pero, no se enteran, no se dan cuenta, que para ellas era un honor, una dignidad, un trabajo. Pues no había otra manera de trabajar, para poder comer y tener una casa donde vivir. Si esas mujeres no hubieran trabajada en sus casas, hubieran sido desgraciadas, sin trabajar, hubieran estado todo el día por la calle hablando de chismes, de superficialidades y tonterías.
Así que cada cual, mujer y hombre, tiene su lugar y su importancia.
 
Beatriz, una mujer envejece cuando le toca, al igual como el hombre. Respecto de las esperanzas y los sueños, eso es todo una ilusión infantil, cosa de esnobs feministas. No hay esperanza para el ser humano, no hay sueños en el paraíso, ni para encontrar un macho alfa, que te dé todo lo que necesitas.
 
Así que atente a la realidad, eres la que eres, como todos somos lo que somos. todos iguales ante los desengaños, las amarguras, la felicidad y la alegría, ante el sufrimiento, el dolor y la muerte.
 
Esperar nada a cambio de lo que se hace, ¿es ello posible o es una ilusión? ¿No hay en todo lo que hacemos ese deseo de seguridad, de querer que nada cambie para no sentirnos inseguros?
 
Lo que no se comparte no es bueno, ya que el egoísmo está operando. Y el egoísmo, es lo negativo, lo dañino, lo que genera los malos tratos, las peleas, la crueldad, la violencia y la guerra,
 
Lo que quede al final nadie sabe lo que pueda ser. Lo importante es lo que somos ahora, lo que hacemos ahora, cómo vivimos, qué hacemos con nuestra energía, tan abundante y tan joven, o no. Pues, eso que somos ahora y lo que hacemos, va a determinar de alguna manera lo que nos venga después.
 
Elena, esos deseos tan favorables para los demás, también deberías dirigirlos a ti, si quieres claro. Porque, sería como repartir comida o dinero a los demás, sin quedarte nada para ti para poder sobrevivir con independencia.
 
Digas lo que digas, Silvia, las mujeres y los hombres somos dos seres humanos iguales, que tienen frío, calor, hambre, quieren afecto, quieren respeto, salud, y suerte para vivir, temen a la muerte, al dolor, a la vejez y la invalidez, a quedarse solos, ¿Dónde ves la diferencia?
 
Uno ha de morir cada día a todo lo negativo, a nuestro egoísmo, a lo que nos divide como mujer y hombre, como comunista y fascista, como creyente o no creyente en nada. Y no esperar al final. Pues, si uno ve lo negativo, y lo dañino que es, no tiene otra opción que actuar descartando eso que es causa de sufrimiento y dolor.
 
Lo descrito, lo narrado, lo que se escribe, no es lo real ni lo descrito. Pues, la realidad es como es: la pantalla del ordenador es así y no puede ser de otra manera, cuando el sol nace o se pone por el horizonte eso es incuestionable, real y bello.
 
Si sabemos comprender lo que sucede, la realidad, seremos felices. Pues, pase lo que pase: ya sea un día frío, lluvioso, con viento, agotador, encontrarás motivos para ser feliz.
 
Todo llega de la nada. Y a la nada ha de volver. Cuanto antes lo entendamos y comprendamos, tanto mejor para todos. Pues seremos libres al no aferrarnos a nada, ya sea mundano o no.
 
¡Vaya! Para una mujer bonita, el sonreír, haga lo que haga, es motivo de coqueteo –erotismo-. Ahora bien, eso lo van a recibir, va a suceder, a los hombres que les gusta esa mujer, a los otros les será indiferente, vulgar.
 
Sin ser flexible, nuestras vidas se convierten en lo que son ahora: un enfrentamiento, una contienda, deseos destructivos, maquinaciones y planes para vencer. ¿Qué puede salir de todo eso? Lo que tenemos ahora: la vida de división, de indiferencia, de insensibilidad, de indolencia, lo que nos lleva al desorden, al caos, a seguir haciéndonos más daño unos a otros.
La ternura, puede ser un engaño, pues puede convertirse en ejecutora de daño. Como sucede en realidad. La ternura es como la buena educación, los buenos modales, que tienen su sentido y lugar. Pero, en realidad no tienen ningún valor verdadero. Porque, los poderosos, los ricos, los cultos e intelectuales, todos parecen educados, pero son brutales y crueles.
 
El enamoramiento de una persona, es una obsesión que puede durar un tiempo. Luego, viene la rutina y la repetición, para estar seguro con esa persona que nos da lo que queremos: compañía, distracción y entretenimiento, placer.
 
Siempre queremos lo que no tenemos, creyendo que así vamos a encontrar a alguien que colme todas nuestras expectativas y necesidades. Pero ese alguien, es lo mismo que ya teníamos. Pues, en realidad somos nosotros los que vemos los fallos de los otros, sin darnos cuenta de los nuestros. Por lo que cada persona, cada cual, es responsable de lo que le sucede en su vida, en las relaciones con los demás, etc.
 
Lo más bonito es darse cuenta que nada nos pertenece, porque eso nos libera de responsabilidades absurdas, como la vanidad y la soberbia, la prepotencia, el creerse lo más importante, el director de todo. Uno es muy poca cosa. Pero como no queremos ser tan poca cosa, hemos inventado esta manera de vivir tan absurda y ridícula, banal y superficial. Dedicándonos a la persecución del placer, al entretenimiento. Pero, el mundo sangrante está ahí ante nosotros, como el reto que es. Pues, nosotros, con nuestra manera de vivir, lo provocamos y generamos de una manera o de otra.