Torni Segarra

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¿Se puede aprender arte del amor? Aprender implica la actividad del tiempo, ¿no? Para aprender a escribir necesito tiempo, para aprender un oficio también se precisa tiempo. Pero en el ámbito psicológico, el espiritual, el tiempo no nos sirve, porque él es el pasado o el futuro, que se interponen con los retos que siempre son en el ahora.            
 
El dolor niega al amor. Porque el dolor es división. Y el amor es unión con todo, incluso con el dolor, ya que lo convierte en otra cosa que está más allá del dolor.
 
¿Por qué las mujeres, en su mayoría, siempre se están quejando de su mala fortuna por ser mujer? Todos tenemos algo que es una molestia, tanto física como psicológicamente, y hemos de vivir con ello. De lo contrario, si huimos de ello, si lo queremos cambiar, todo lo complicamos más. ¿Podemos cambiar realmente en lo interno, cómo somos realmente en lo profundo de nosotros? Nos lo tenemos que demostrar, porque lo que digan los demás no tiene ningún valor verdadero, pues hasta que eso que queremos no sea una actitud en la vida, todo serán palabras, ideas, teorías, no hechos.
 
Quien ama a otro no desea cambiarle ni no cambiarle, le da libertad absoluta para que pueda ver realmente quién es, y que pueda proceder como más le convenga.
 
En una pareja sólo ellos saben quién es el que manda: si los dos o uno más que otro. Pues, lo que es, la realidad, puede que no encaje con nuestras opiniones y condicionamiento.
 
Hemos de estar preparados para asumir que tal vez eso que queremos, puede no realizarse ni conseguirse.
 
Por mucho que nos guste una cosa –como somos, lo que pensamos, etc.-, si no vamos más allá,  eso nos hace  feos. Pues, al vivir de esa manera nos agarramos  y esclavizamos a un fragmento de la realidad que lo abarca todo. Eso lo vemos con los nacionalismos, que nos hacen creer que el país donde nacimos, es lo mejor de la tierra. Pero, resulta que cada uno dice lo mismo de su país, que es el fragmento al que nos agarramos y por el que estamos dispuestos a pelear, a destruirnos, a hacer la guerra.
 
Los celos, que es el miedo de perder algo, incluso aunque no lo tengamos, están en la raíz de todos los males. Pues, una vez aparece, si no los comprendemos y descartamos, se desarrollan de manera que nos pueden llevar a hacer cosas feas. Cuando tenemos celos, la mente puede inventar e imaginar coas inciertas como reales, por lo que nos hace más peligrosos, pues entramos en una situación patética y ridícula. ¿Si no estuviéramos aferrados y atrapados a eso que nos altera y desestabiliza, tendríamos celos, podrían ser?
 
¿Nosotros no hacemos lo mismo: criticar destructivamente en charlatanerías como si fuera nuestro deporte favorito? Hablar de los demás nos distrae, nos fortalece, porque pensamos que nosotros somos mejores que ellos. Pero, esa creencia tan superficial es el error del ‘yo’, del ego, que se cree diferente a los demás. Puede que tengamos el pelo rubio o negro, que seamos bajos o altos, pero todos somos básicamente iguales en lo psicológico. Por lo que cuando, hablamos mal de los otros, también estamos hablando mal de nosotros. Pues, nosotros hacemos lo mismo que esos a los que criticamos y queremos destruir.
 
¿Por qué lo complicamos tanto todo a la hora de elegir un novio, pareja o amigo,  si en realidad nosotros vivirnos condicionados por nuestro pasado, el lugar donde nacemos y vivimos, por la educación, por el ambiente familiar? Las personas nos atraemos como si fuera una cosa caprichosa, pero no lo es tanto como parece. ¿Puede una persona limpia, activa, despierta, que vibra por todo lo que es la vida, vivir junta como amigos, esposo, pareja, con alguien que es todo lo contrario?
 
Según lo veo, los zapatos son demasiado grandes para la modelo, por lo que se apoderan y desequilibran todo el conjunto entre el cuerpo, el vestido y los zapatos.
 
¿Por qué algunas mujeres les gusta autodenominarse y que les digan princesa, reina, creyendo que eso es una cualidad, un halago, lo hacen por vanidad, por un complejo de inferioridad, por ignorancia? Pues, las reinas para serlo, han de ser corruptas e inmorales, por vivir de la manera que lo hacen. ¿Vivir en un palacio, con toda clase de sirvientes, que por el mero hecho de la diferencia de estatus ya es un agravio, una falta de respeto, pues los tratan como meros criados, de lo contrario si los trataran con igualdad como si fueran ellos, no habría ni reinas ni reyes, ni príncipes, ni monarquías, no es indigno para esas personas que les sirven y ayudan para que puedan vivir como lo hacen?
 
El fuego quema y destruye. ¿Queremos una relación con los demás de esa manera, ya sea con el amigo, el hijo, los padres, el compañero de trabajo, el vecino? El caos crea orden, pero a su vez vuelve a generar otro caos, y así una cosa lleva a la otra en un juego que no tiene fin. Así que, uno tiene que vivir con eso, vivir sin huir ni tocarlo ni querer cambiarlo. Y cuando ya no huimos, entonces dejamos de estar divididos, llegando el amor, que es la máxima seguridad posible.
 
Lo único que nos hace verdaderamente fuertes es el amor.
 
La vida siempre tiene sus complicaciones, ya sea uno joven, viejo o de mediana edad. Porque, la vida es relación con todos y con todo lo que nos rodea y existe. Y esa situación de tener siempre de relacionarnos es para todos igual.
Así que todos los problemas quedan resueltos con una buena relación con las personas con quien convivimos, con los que conocemos o con los que viven lejos de nosotros. Si hay buena relación eso va a afectar a toda la humanidad..
 
Todo lo que digamos puede que sea cierto, como no. Por eso, no debemos agarrarnos a eso que pensamos o decimos, más aún cuando lo hacemos ofensivamente contra los demás.