Torni Segarra

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1. ¿Nos damos cuenta que cuando hablamos con dios, en realidad estamos hablando con nosotros mismos? Dios es nuestro propio condicionamiento, un invento de cada religión. Nosotros somos pensamientos, todo lo que hay en la mente. Si uno nace en un país musulmán creerá en el dios musulmán, si nace en un país cristiano su dios será el cristiano, si nace en un país ateo no tendrá ningún dios.

Si nos diéramos cuenta que el pensamiento y el que piensa es lo mismo, nos daríamos cuenta de la ilusión de la creación de imágenes, como dios, como de las infinitas imágenes que hemos creado, ya sea de abogado, de médico, de albañil, etc. Por tanto no hay algo diferente a lo que soy por el mero hecho de nombrarlo: un médico, un carpintero, un agricultor, etc., somos solamente seres humanos indivisibles de los demás. Y eso mismo sucede con la creación de la imagen de dios: somos nosotros quienes lo hemos creado, por miedo e ignorancia.

¿Cuándo hay unión total, sin división alguna, verdad que no hay necesidad de hablar con dios, de nombrarlo, de créalo? Solamente creamos y creemos en dios cunado estamos divididos, con miedo, confusos, en desorden.

 

2. Si no hay comprensión del miedo, él siempre estará ahí. El miedo es una reacción a lo desconocido, a lo que no podemos controlar. ¿Qué haremos si nosotros no podemos comprender todo el misterio de la vida, todo lo que sucede, como la muerte, la pérdida de algo valioso, la enfermedad, el estallido de la violencia, la guerra?

El miedo solamente lo podemos abordar cuando no huimos de él. Hasta que no hay un contacto directo con eso que nos causa miedo, él seguirá con nosotros. Pero si no huyo, si lo miro, si estoy con él, sin querer reprimirlo ni tocarlo, él se manifiesta en realidad lo que es, mostrándonos en su totalidad. Lo que quiere decir, que ya no es lo desconocido.

Si tengo miedo a la guerra, es porque no sé en realidad lo que es, y lo mismo pasa con la muerte, pero cuando lo miro todo sin resistencia, directamente, sin división alguna, el miedo se acabó porque ha llegado la comprensión que está más allá de las palabras, de lo que nos han dicho que son.

 

3. El que alguien esté leyendo un libro que nos gusta y lo consideremos interesante, no quiere decir que esa persona es verdaderamente interesante, seria, profunda. Es el contacto directo con ella, lo que nos descubrirá realmente como es. Y lo mismo sucede cuando vamos al cine, porque creemos que proyectan una muy buena película, todos los que la ven no son representativos de los valores y las cosas positivas que transmite la película.

 

4. Ignorar a alguien, no nos va a traer la felicidad. Es la comprensión de esa persona lo que nos dará el cariño y el afecto, para poder tener una buena relación, una relación adecuada para esa persona.

 

5. No pidamos a los demás lo que podemos hacer nosotros. No pidamos a los demás lo que no es posible. De lo contrario la dependencias y el fanatismo, nos harán feos y sin belleza. Hemos de asumir la realidad de lo que somos; seres humanos vulnerables, necesitados, desvalidos, que tenemos que sufrir y morir, y para ello no podemos cambiar todo el proceso por el que funciona la naturaleza. Un árbol, nace, crece, llega a su máximo esplendor, decae, se degenera y es destruido, muere. A nosotros nos sucede lo mismo, por lo que lo hemos de comprender.

Hemos de comprender que no hay ayuda exterior posible para alterar ese proceso. Al contrario cuando huimos, cuando nos ponemos en manos de los santos, de los dioses, de los salvadores, etc., nos va a ir peor. Porque estamos huyendo de esa realidad, de lo sagrado, de lo que está más allá de nosotros, los seres humanos.

 

6. El pensamiento puede inventar lo que él necesita para sentirse seguro. Por tanto, todo lo que piensa tiene que estar de acuerdo con la realidad. Alguien puede creer que una persona, que conoce la ama. Pero hasta que no tenga un contacto directo con esa persona, no lo sabrá.

El pensamiento tiene esa capacidad de acomodar la realidad que más nos conviene, puede hacerlo infinitamente, creer que es cierto y real. Pero el pensamiento en el ámbito psicológico, no tiene ningún valor. Es solamente en ámbito práctico, en el material y técnico, donde tiene su utilidad, a la hora de medir la distancia que hay de mi casa a la tuya, a la hora de enseñarme a manejar el ordenador, el coche.

 

7. Pero si hay identificación con algo o alguien, nos vamos a dividir. Y si hay división ya está ahí la guerra, aunque sea en su nivel micro, que se va a convertir en macro si no dejamos de identificarnos de todo lo que somos, de todo lo que creemos.

 

8. El amor cuando es lo abarca todo. Es cuando decimos que ese amor es ‘Por ahora’, ‘Por un tiempo’, ‘Por siempre’, que el amor desaparece. Porque el amor es sin que lo retengamos, lo llamemos, lo deseemos, él es o no es al margen de nuestras necesidades personales.

 

9. Si dependemos de los demás para la felicidad, ¿es eso verdadera felicidad? La dependencia, ¿es libertad? Pues si no hay libertad, el amor no puede ser. Libertad no quiere decir hacer lo que me dé la gana, sino que no tenemos conflicto interno alguno, tenemos unas buenas relaciones con las personas con quien convivimos y nos relacionamos.

 

10. Lo más desagradable del sexo es lo efímero que es, lo pronto que se termina y acaba. Por eso, el sexo nunca nos va a dar eso que queremos: la felicidad sin fin, que no acaba. Así que, el sexo al ser incompleto es causa también de dolor, de frustración, de soledad, de querer más pero no ser posible.

Los animales lo tienen más fácil: si la hembra no está disponible no hay sexo posible. Y la hembra deja de estar disponible cunado ya está cubierta y embarazada. Y todos lo aceptan sin sufrimiento alguno.

 

11. ¿Por qué decimos que dios –los dioses- ayudan a hacer las cosas mundanas de las personas? Los dioses, para serlos, han de estar más allá de nuestras tonterías de las modas, tradiciones y festejos. Somos nosotros los que lo inventamos. Pero como vivimos con miedo y temor, porque sabemos que no lo hacemos adecuadamente, es por lo que implicamos a los dioses en nuestros asuntos. Lo que es todo tan superficial e infantil, como todo lo que hacemos con tal de tener y experimentar placer, ya sea el sexual, el religioso, el de los festejos, la celebración de las tradiciones.